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viernes, 29 de octubre de 2010

Celebracion Penitencial Inicio de Año Pastoral 2010

Introducción


Celebrar el perdón es siempre motivo de alegría. Nuestro pequeño corazón se llena de regocijo porque experimenta la paz interior, como resultado de la cercanía a Dios y a los hombres, nuestros hermanos.

Mirar al pecado y recibir el perdón de Dios es como renacer y ser criaturas nuevas.

En el corazón grande del Padre se sumerge toda nuestra vida y ya no tiene importancia nada más que el amor. El corazón del Padre acoge nuestro pequeñito corazón para seguir dándonos vida.

Así, celebrar el perdón de Dios es como recuperar la vida, y renacer a la esperanza de que podemos dar los buenos frutos que Dios espera de nosotros.

Canto

Gracias quiero darte por amarme.
Gracias quiero darte yo a Ti, Señor.
Hoy soy feliz porque te conocí.
Gracias por amarme a mí también.
Yo quiero ser, Señor amado,

Como el barro en manos del alfarero.
Toma mi vida, hazla de nuevo.
Yo quiero ser un vaso nuevo.

Te conocí y te amé.
Te pedí perdón y me escuchaste.
Si te ofendí, perdóname, Señor,
pues te amo y nunca te olvidaré.

Oración

Señor, tú no quieres la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. Tú haces salir el sol sobre buenos y malos, y haces que la lluvia fecunde los campos de unos y de otros. Enséñanos, Señor, a amar como tú amas, sin menos-preciar a los que piensan de otra manera, sin despreciar a los que nos critican, sin guardar rencor a los que nos aborrecen. Amén

Lecturas

La Palabra que vamos a escuchar, no nos puede dejar pasivos. Es una palabra que nos tiene que hacer reflexionar sobre nuestro comportamiento con Dios y con los hombres. Es una palabra que nos cuestiona la vida y nos plantea retos constantes que nos impulsan a corregirnos y superarnos. Quien se deja conducir por la Palabra de Dios, camina por el sendero del bien y la felicidad. Pero hay muchas cosas que se apoderan de nuestro corazón y nos hacen caer en el pecado. Por eso la Palabra de Dios nos denuncia y nos pone al descubierto ante nuestra propia realidad.

EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN Mateo 5,43-48.6,19-21.24. 7, 1-5.12

Reflexión a la luz de la Palabra
VOZ 1: Vivimos en un mundo en el que los hombres hemos quitado de nuestro horizonte a Dios. Nos creemos autosuficientes y rechazamos una salvación que venga más allá de nosotros mismos. Nuestro mundo se caracteriza por la falta de fe. Mientras tanto, nos entregamos a todo lo que suponga disfrutar del presente, buscando satisfacer en exceso nuestras necesidades, derrochando más de lo que necesitamos, acumulando cosas innecesarias, sin preocuparnos realmente del hecho de que muchos hombres carezcan de lo más fundamental para vivir. Confundimos el amor con el mal uso de nuestro cuerpo y de nuestra sexualidad, y hemos terminado por suprimir de nuestro lenguaje la palabra “pecado”, porque creemos que todo está bien y que para la libertad humana no debe ser, ni siquiera el propio Dios un obstáculo.

VOZ 2: Eso de compartir con los demás las alegrías y las penas no es fácil. Preferimos unirnos a los demás cuando las cosas les van bien, pero en los momentos difíciles preferimos que cada uno cargue con sus problemas. ¡Qué necesidad tenemos de complicarnos la existencia! ¡Bastante tiene cada uno con vivir su vida!

VOZ 3: Nos gusta destacar, diferenciarnos de los demás. Nos llenamos de soberbia porque nos creemos mejores que los otros. No somos capaces de hacer las cosas de una manera gratuita, porque siempre vamos buscando una recompensa, o al menos que se reconozca el valor que tenemos. Nos gusta que se nos alabe y que constantemente los demás nos tengan que estar agradecidos. A veces nos creemos poseedores de la verdad y nos cuesta admitir que podamos equivocarnos, o que los otros tengan razón.

VOZ 4: Estamos hechos para el bien; pero sin embargo, nos resulta más fácil obrar el mal. Solemos decir que pagamos son la misma moneda con que nos pagan los demás, y así nos hacemos semejantes a ellos. A veces nos resulta más fácil crear discordias entre los que nos rodean y sembrar la división, que ser pacificadores y creadores de unidad.

VOZ 5: A veces nos cuesta tanto más querer a la gente que odiarla. Cuando el odio y el rencor se apoderan de nuestro corazón, nuestros ojos son incapaces de ver los valores que hay en las demás personas. Vivimos clasifi-cando a la gente colocándoles “etiquetas”, que puede que nada se ajusten a lo que son en realidad. Somos capaces de despreciar a los demás y de ignorarles dañinamente, sólo porque no les creemos tan “dignos” como nosotros. Somos injustos con los demás porque no nos consideramos todos iguales. Nos ponemos de parte de los que nos halagan con sus palabras, y rechazamos a quienes nos incomodan con la verdad... Presumimos de ser “buenos creyentes”, pero nos despreocupamos de vivir conforme a los que Dios nos pide, porque preferimos la aprobación y el favor de los hombres, que el sacrificio que implica parecernos a Dios.

VOZ 6: Vivimos para acumular, para tener, para poseer...¡No importa el modo de conseguirlo... Lo realmente importante es aparentar más que los demás. Endiosamos el dinero y todo cuanto con él podamos conseguir. Vivimos para el dinero y hacemos que todo gire en torno a él. Entretanto, permitimos que la avaricia se adueñe de nuestro corazón y que no pensemos nada más que en nosotros mismos, en nuestra comodidad y en nuestro bienes-tar.

VOZ 7: Nos creemos capaces de convertirnos en jueces de los demás creyéndonos superiores a ellos y con derecho a estar continuamente poniendo al descubierto los fallos y errores que hay en sus vidas. Sin embargo, nos cuesta reconocer que nosotros caemos en los mismos errores que ellos, o tal vez peores. Nos falta humildad para reconocer nuestra debilidad y nuestros pecados pensando siempre que los malos son los otros, y que nosotros no tenemos nunca de qué examinarnos y culparnos.

Examinamos nuestra vida

 ¿Cuáles son los “dioses” a los que me entrego y sirvo?

 ¿Qué puesto ocupa Dios en mi escala de valores?

 ¿Me esfuerzo en imitar con mi vida el ejemplo de Jesús?

 ¿Busco de verdad servir a Dios o más bien trato de poner a Dios a mi servicio?

 ¿Vivo feliz con lo que tengo o estoy siempre ambicionando tener más?

 ¿Veo siempre el lado negativo de las personas y soy fácil a la crítica?

 ¿Soy causa de enemistad entre mi familia, mis amigos y conocidos?

 ¿Soy solidario con el dolor de los demás o sólo me preocupo de mí y de los míos?

 ¿Domino mi agresividad o me dejo llevar por mi genio y mi soberbia?

 ¿Perdono cuando me ofenden o me dejo llevar por el rencor?

 ¿Qué actitudes y comportamientos personales me alejan de la voluntad de Dios?.

Oración

Señor Jesús, Tú has venido para anunciar e iniciar el Reino. Y nos llamas a seguirte.

Pero no quieres seguidores individuales que vivan en solitario su aventura.

Nosotros queremos ser Comunidad, vivir en Comunidad. Ayúdanos a formar una Comunidad viva:

+ en la que todos celebremos la fe, compartamos la fe, y pongamos a disposición de los otros las cualidades de cada uno.

+ en la que nos sintamos todos evangelizados y evangelizadores; y sentirnos parte de la iglesia. Amen

CANTO

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