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martes, 25 de mayo de 2010

muy buen video


extraido de  la pagina  maranatha

sábado, 22 de mayo de 2010

DOMINGO DE PENTECOSTES

Hemos llegado al tiempo de Pentecostes, al dia mas sabroso dentro la liturgia de la Iglesia, en la que nos encontraremos con rasgos fundamentales de nuestra fe, en la que invocaremos los dones del Espiritu Santo, estos mismos dones que acompañaron a los primeros apostoles, estos mismos dones que ayudaron a Pablo a buscar el Cambio en su vida.

Pentecostés es la fiesta de Espíritu y de la comunidad. Es la culminación de la Pascua. La vida nueva que Jesús consiguió es también nuestra vida. Muchas veces no somos conscientes de la actuación del Espíritu en nosotros. Quizá sea porque no le dejamos actuar....Da la sensación de que estamos como los discípulos antes de Pentecostés: decimos que creemos en Jesús, nos confesamos cristianos, pero vivimos apocados, medrosos, sin garra. Entonces nos refugiamos en nuestra fortaleza por miedo a salir al mundo. Pero la imagen que define mejor a la Iglesia no es la de la fortaleza, sino la de la tienda que se planta en medio del mundo.
Quiza muchos de nosotros dejamos de lado al espiritu santo sin haberlo conocido, puede que si, pero es imperiosa que podamos decir:

Tu que lo aclaras todo
Espíritu Santo, Tu que me aclaras todo,
que iluminas todos los caminos para que yo alcance mi ideal.
Tu que me das el don Divino de perdonar y olvidar el mal que me hacen y que en todos los instantes de mi vida estas conmigo.
Quiero en este corto diálogo agradecerte por todo y confirmar que nunca quiero separarme de Ti, por mayor que sea la ilusión material.
Deseo estar contigo y todos mis seres queridos en la gloria perpetua.
Gracias por tu misericordia para conmigo y los mios.
Gracias Dios mio.

El Espiritu Santo es una  de las tres  personas  de la  Santisima  Trinidad, quiza la  mas  desconocida por  todos  nosotros, pero la  mas  fuerte  y que  siempre esta aleteando  al rededor  nuestro,  asi como  dice  San Agustin:

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Espíritu Santo, inspíranos, para que pensemos santamente.
Espíritu Santo, incítanos, para que obremos santamente.
Espíritu Santo, atráenos, para que amemos las cosas santas.
Espíritu Santo, fortalécenos, para que defendamos las cosas santas.
Espíritu Santo, ayúdanos, para que no perdamos nunca las cosas santas.

El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Las palabras de Pablo son rotundas y no dejan lugar a dudas: los cristianos, los discípulos de Cristo, no estamos sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en nosotros. Si el Espíritu de Dios no habita en nosotros, no nos van a salvar nuestras creencias, ni nuestros rezos, ni nuestras penitencias. Debe ser siempre el Espíritu de Dios el que dé vida y calor a cada una de nuestras palabras y a cada uno de nuestros actos. Para tener el Espíritu de Dios no hace falta saber teología, ni hacer milagros, ni ser una persona importante en la sociedad. Basta con ser una persona de Dios, una persona buena, al estilo y según el Espíritu de Jesús de Nazaret. El cuerpo, nuestro cuerpo, nos acompañará siempre, con sus debilidades, con sus pasiones, con sus caídas y tropiezos, pero no nos dejaremos vencer ni dominar por la rebeldía y tentaciones del cuerpo, porque será siempre el espíritu el que nos guíe y nos oriente. Para eso, Dios nos ha enviado a su Espíritu Santo, un Espíritu defensor y consolador

Los dones del espíritu tienen hoy su traducción. El don de sabiduría nos capacita para distinguir la realidad de la fantasía y vivir en consecuencia. El sabio es aquel que encuentra el secreto de la felicidad: la vida según Cristo. La inteligencia nos ayuda a aceptar los cambios que se producen en la sociedad para el bien común. Tener una mente abierta es señal de inteligencia. El don de consejo nos lleva a indagar bajo lo visible para descubrir las causas ocultas y poder ayudar al que nos lo pide. La piedad nos protege del egoísmo y del materialismo. La ciencia nos marca una dirección consistente en nuestras vidas, nos ayuda a conocer cómo son las cosas. El temor de Dios, entendido en el buen sentido, es beneficioso y nos hace realizar obras buenas, como el niño que respeta a su querido padre y no quiere defraudarle. La fortaleza es necesaria para un verdadero amor, pues nos da valor para asumir un compromiso auténtico y maduro. Con los dones que el Espíritu nos regala todo es posible desde ahora.

sábado, 15 de mayo de 2010

Séptimo Domingo de Pascua Ascensión del Señor



Evangelio: Lucas (24,46-53): Resurrección-Exaltación
Como ya no se celebra la Ascensión del Señor en el “jueves” precedente a este domingo, su liturgia se traslada a lo que debería ser el VII Domingo de Pascua. Los textos de este día, pues, están determinados por esta fiesta del Señor. Es Lucas, tanto en el Evangelio como en los Hechos de los Apóstoles, el único autor que habla de este misterio en todo el Nuevo Testamento. Sin embargo, las diferencias sobre el particular de ciertos aspectos y símbolos en el mismo evangelista sorprenden a quien se detiene un momento a contrastar el final del evangelio (Lc 24,46-53) y el comienzo de los Hechos (1,1-11), que son las lecturas fundamentales de la fiesta de este día. En realidad, los discursos no son opuestos, pero resalta, en concreto, que la Ascensión se posponga “cuarenta días”, en los Hechos de los Apóstoles, mientras que en el Evangelio todo parece suceder en el mismo día de la Pascua. Esto último es lo más determinante ya que la Ascensión no implica un grado más o un misterio distinto de la Pascua. Es lo mismo que la Resurrección, si ésta se concibe como la “exaltación” de Jesús a la derecha de Dios.

Debemos reconocer que no es fácil el uso de los textos de hoy y el significado de los mismos para la predicación actual.

¿Qué es lo que pretende Lucas? Simplemente establecer un período determinado, simbólico, de cuarenta días (no contables en espacio y en tiempo), en que lo determinante es lo que se refiere a hablarles del Reino de Dios y a prepararlos para la venida del Espíritu Santo. En ese sentido, en lo esencial, las dos lecturas que se hacen hoy del acontecimiento coinciden: Jesús instruye a sus discípulos de nuevo, confirmándolos en su fe todavía frágil, demasiado tradicional respecto al proyecto salvífico de Dios, para estar alerta. El tiempo Pascual extraordinario, nos quiere decir Lucas, está tocando a su fin y el Resucitado no puede estar llevándolos de la mano como hasta ahora. Deben abrirse al Espíritu porque les espera una gran tarea en todo el mundo, hasta los confines de la tierra.

Es verdad que en los primeros siglos de la Iglesia (quizás hasta el s. V) no se puso mucho énfasis en esta distinción entre Resurrección y Ascensión. Es a partir de ese s. V, con el apoyo de la narración lucana, cuando se hace un uso litúrgico y catequético en clave que llega a ser narración histórica. ¿Por qué? Consideramos que depende mucho de la concepción antropológica de la resurrección. En algunos ámbitos teológicos la resurrección de Jesús se concibió como “una vuelta a la vida”, a esta vida, para que sus discípulos pudieran verificar que había resucitado. Quedaba, pues, el segundo paso: la ruptura con este mundo y con esta historia de una forma definitiva. Apoyándose en la narración de Lucas, se vio en la Ascensión la definitiva “subida”: la exaltación a la gloria de Dios. Pero eso no es muy coherente, ya que la exaltación acontece en la misma resurrección.

Todo lo que se refiere a la Ascensión del Señor se evoca en el relato de los Hechos, que es el más vivo, con un simple verbo en pasiva: «fue elevado», sin decirnos nada en lo que respecta a la clase de prodigio. En Lc 24,31 se dice que «se les hizo invisible». Todo ello apunta a una terminología sagrada de la época, para describir la intervención de Dios por encima de todas las cosas. Ya se ha dicho que la Ascensión no añade nada nuevo con respecto a la Pascua, a la Resurrección. En todo caso, la pedagogía lucana, para las necesidades de su comunidad, apuntan a que la Resurrección de Jesús, al contrario que la de otras personas, no supone un romper con la tierra, con la historia, con todo lo que ha sido el compromiso de Jesús con los suyos y con todo el mundo.

A pesar de que este misterio se comunica por una serie de códigos bíblicos que nos hablan de la presencia misteriosa de Dios (en la nube, como revelación de su gloria, en la que entra Jesús por la Resurrección o la Ascensión), el tiempo Pascual ha sido necesario para que los discípulos rompan con todos los miedos para salir al mundo a evangelizar. Pero en todo caso, hay una promesa muy importante: recibirán la fuerza de lo alto, el Espíritu Santo, que les acompañará siempre. Lucas, pues, usa el misterio de la Ascensión para llamar la atención sobre la necesidad de que los discípulos entren en acción. Hasta ahora todo lo ha hecho Jesús y Dios con él; pero ha llegado el momento de una ruptura necesaria para la Iglesia en que tiene que salir de sí misma, de la pasividad gloriosa de la Pascua, para afrontar la tarea de la evangelización.

¿Podemos seguir manteniendo este tipo de lectura? ¿Es correcta? Creo que el NT nos permite otras claves. El mismo Lucas ha usado los “cuarenta días” en sentido pedagógico.

1) Entendemos, en primer lugar, que “cuarenta días” no es un tiempo real, espacio-temporal, sino teológico. Es un tiempo de espera y esperanza para que la comunidad viva intensamente el acontecimiento de la resurrección y se prepare para anunciar al mundo entero el mensaje de Jesús (Hch 1,8). Lucas ha buscado, pues, ese “tiempo pedagógico” que ponga de manifiesto algo importante en el seno de la comunidad: la resurrección de Jesús no es algo que afecta a Él exclusivamente, sino que tiene otra dimensión: la de la comunidad. También la comunidad de los seguidores de Jesús tienen que “resucitar” de sus miedos, de sus ideas poco acertadas sobre Jesús y sobre su mensaje. Jesús fue resucitado por Dios, pero también Jesús resucitado quiere hacerse presente desde esa nueva vida en su comunidad. La “Ascensión” era el momento adecuado para “dejar” a la comunidad resucitada ya, y en manos del Espíritu que debe llevarla hasta el final.

2) Por otra parte, en segundo lugar, como muchos autores han puesto de manifiesto, se debe contemplar la respuesta de lo que significan esos “cuarenta días” para subsanar un problema que tuvo la comunidad cristiana primitiva con respecto a la Parusía o la vuelta de Jesús e inaugurar el “final de los tiempos”. Se produjo en los primeros años cierta decepción cristiana porque la Parusía, la vuelta de Jesús, no acontecía y el fin del mundo no llegaba. Lucas entiende que el fin del mundo no tenía por qué llegar, ya que era necesaria la acción de la Iglesia para comunicar el mensaje de salvación a todos los hombres. Es lo que se conoce como la “descatologización” de la teología lucana. Es decir: no debemos estar preocupados por la Parusía, por el fin del mundo, sino por transformar esta historia por medio de la Palabra y el Espíritu de Jesús. De esa manera se explica el reproche a los discípulos de estar mirando al cielo… pensando en su vuelta, cuando hay que mirar a la tierra, a los hombres, para llenar este mundo de vida.


Fray Miguel de Burgos Núñez

miércoles, 12 de mayo de 2010

gracias y gracias por ser una familia

Que tal  amigos  buenos  dias  a todos ,  creo que  despues de las  fiestas  era necesario aparecer verdad?
Pues  os  comento que  vivimos unas  fiestas maravillosas, la verdad, la pase  genial  disfrute  y sobre  todo me  emocione  por la  gran devocion que  teneis  a Vuestra Madre la Virgen del Castellar.
Sabeis que  fue  emocionante  el  veros ofrendar?, donde se  acercaban  creyentes y no creyentes, amigos y no  amigos  todos  con un  mismo  objetivo  de agradecer de ofrecer  y sobre  todo  de  encomendar y pedir la  Bendicion.
Gracias Amigos por ser  como sois,  grandes personas,
a los paloteadores  solo  me  toca  deciros  jovenes  GRACIAS   en serio  gracias por alegrarnos  todos los  dias, que  emocion  mas  grande me habeis  creado, y creo que no  solo en mi  sino en muchas personas,
cuando  habeis  salido con  las  camisetas, haber, la  camisetas no  significaban  nada,  lo que tenia  significado  fue,  que llevabais en  la  camiseta, os acordardais,
pues llevaban a nuestra  madre  junto a vosotros  paloteando,
por  ello  tambien  debo agradeceros  por  vuestra  disponibilidad,
sin vosotros  no seria posible  esto.
Como  muchos  años  ahora pues  nos  toca  seguir  caminando,  seguir  creciendo como una sola  familia,
seguir  creyendo  en lo que podemos  conseguir como comunidad, mirando todos  el  horizonte, mirando todos  el rumbo de nuestro  caminar.
Dicen que el camino es largo  y pedregozo, eso  quiere decir, que es  significativo y  sobre todo, llevadero para  todo  aquel que quiere  encontrar  el sentido  de la Verdad.
y  que es la  Verdad, ?? pues la  verdad  es  aquello que nos  hace  ser Libres.
 pues  amigos  Jesus  se presento como la  verdad y es la  Verdad,  el  Camino y  la Vida, intentemos  buscarlo  en cada  rostro  de nuestros hermanos que  cada  dia  buscan ser  libres.

En estos  nueve dias que  restan, estaremos  rezando por todo el mundo  en la  novena  a nuestra  madre la  virgen  del  Castellar,  si podeis  acompañadnos  con  vuestra  gratitud  y  mucho mejor  si es  con  vuestra presencia.

VUESTRO  PARROCO  OS  AGREDECE POR SIEMPRE.

Gloria a Ti del Castellar Reina
Ya te aclama tu invicta Región,
salve, augusta, protectora y Madre,
salve, salve, sin par Corazón.
Ya te aclaman, oh madre, en tu solio
circundado de regio esplendor.
Y entusiastas tus hijos de Torres
cantan himnos de gloria en tu honor


martes, 4 de mayo de 2010

que bueno es prepararse para el gran dia


EL SILENCIO DEL ALMA


En el silencio de tu alma se esconden los más bellos secretos de tu corazón.
El silencio no es la ausencia de sonidos, es un estado tranquilo en el que puedes oír lo que se mueve en tu interior con mayor claridad

En silencio se descubren maravillosas conversaciones que la palabra sería incapaz de pronunciar.

En el trabajo callado y tranquilo los dones de las personas se hacen visibles.


La palabra, cuando es clara y sincera, nos acerca a los demás, nos ayuda a darnos a conocer, nos muestra lo que los demás piensan y viven… el silencio es el mayor grado de comunicación que podemos conseguir con un ser humano.

Ábreme el cofre sagrado de tu silencio, comparte conmigo desde lo que eres, desde lo que vives, desde lo que lloras y desde donde te alegras… sin palabras.
Entraré de puntillas, sin hacer ruido, para no romper la hermosura que me ofreces a través de tu silencio...
El silencio es el mayor grado de comunicación.