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sábado, 28 de febrero de 2009

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA


EL COMBATE ESPIRITUAL
Después de pasar 40 días en retiro ayunando en el desierto, Jesucristo fue tentado por Satanás (Mc. 1, 12-15). Jesucristo fue “sometido a las mismas pruebas que nosotros, pero a El no lo llevaron al pecado” (Hb. 4, 15). Lamentablemente a nosotros las tentaciones sí pueden llevarnos a pecar, pues éstas encuentran resonancia en nuestra naturaleza, la cual fue herida gravemente por el pecado original.

No podemos pretender, entonces, no tener tentaciones. Ni siquiera podemos pretender nunca pecar, pues aun los santos han pecado y nos dice la Sagrada Escritura que el santo peca siete veces (cfr. Prov. 24, 16).

Sin embargo, la clave del comportamiento ante las tentaciones nos la da esa cita de los Proverbios: “el justo, aunque peca siete veces, se levanta, mientras que los pecadores se hunden en su maldad”. La diferencia entre el que trata de ser santo y el pecador empecinado no consiste en que el santo no peque nunca, sino que cuando cae se levanta, mas el pecador empecinado continúa sin arrepentirse y cometiendo nuevos pecados.

Los versiculos de cada texto sagrado en este tiempo camino hacia el calvario de nuestro buen Dios, de ayudarnos a mirar nuestros horizontes como cristianos.
ORACION AYUNO Y SENCILLES

viernes, 27 de febrero de 2009

CAMINO

CUARESMA

EXPLICACIÓN DE LA CUARESMA

1. CUARENTA DÍAS DE TRABAJO
1. Cuaresma significa "cuarenta" y se aplica a los 40 días de intensa preparación a la fiesta de PASCUA.
2. Jesús se retiró durante 40 días. Moisés aguardó 40 días antes de subir al Sinaí. Elías caminó durante 40 días hacia el Horeb. Y la marcha de los judíos por el desierto duró 40 años.
3. "40" es pues, un número simbólico que expresa víspera, "preparación" intensa de algo importantísimo que, para nosotros, es la PASCUA
4. No se entiende la Cuaresma si no es en función de la PASCUA.
5. El tiempo de Cuaresma empieza el Miércoles de Ceniza y acaba el Jueves Santo. En ese período no se canta el "Aleluya" ni se recita el "Gloria".
6. En los primeros tiempos, la Cuaresma era un período de preparación intensiva al Bautismo, que se celebra en la noche de Pascua.
7. El ser bautizado exige una coherencia y un cambio de mentalidad.
II. TIEMPO DE CAMBIO
1. El Miércoles de Ceniza se nos dice: "Convertíos y creed en el Evangelio". La Cuaresma es pues, un tiempo de conversión.
2. Convertirse significa "volver", "cambiar", "corregir el camino" "Renovarse"
3. El cambio que queremos es pasar del "hombre viejo" al "hombre nuevo"
4. "Hombre viejo" es el que vive a espaldas de Cristo y del Evangelio. "Hombre nuevo" es el que sigue a Jesús y vive según el Evangelio.
5. ¿Tú eres un "hombre viejo" o un "hombre nuevo"? Piénsalo bien, ¡hombre!6. Algunos cristianos creen que la conversión es sólo para los paganos y herejes.. Y, claro, no necesitan la Cuaresma.
7. Otros piensan que con no comer carne los viernes o dejar de fumar ya han cumplido... ¡No! Si no hay cambio, no hay Cuaresma.8. Cuaresma es cambiar de vida.
III. CAMBIAR EL CORAZÓN
1. El Miércoles de Ceniza es día de ayuno y abstinencia. Los Viernes de Cuaresma son días de abstinencia.
2. Ayunar por ayunar no tiene sentido y no hace a la gente mejor... Sobre todo en un mundo en que muchos ayunan, no porque es Cuaresma, sino porque no tienen qué comer.
3. Abstenerse de comer carne es un signo que tiene su importancia por lo que significa.
4. El ayuno y la abstinencia son "signos de conversión". No son "la conversión".
5. El ayuno es signo de que tú:- quieres "ayunar de pecados"- te solidarizas con los hambrientos- prefieres el pan de la Palabra- frenas el consumismo- quieres compartir lo tuyo.
6. La abstinencia es signo de que tú:- quieres abstenerte del pecado- no te comes el pan de los pobres- te "mantienes en forma" por dentro.
7. Lo que interesa es cambiar el corazón.
IV. "CONVERTÍOS Y CREED EL EVANGELIO"
1. La Cuaresma es un tiempo de renovación para la comunidad. 0 la hacemos todos juntos o no es Cuaresma.
2. Hace Cuaresma: la pareja, la familia, el grupo, la parroquia, la comunidad. Nadie hace la Cuaresma solo
3. Si los creyentes de este país cambian, todo el país hará el cambio. La Cuaresma ayuda a cambiar la sociedad.
4. El modelo del cambio está en el Evangelio, la Palabra de Dios. Cuaresma es un tiempo favorable para el anuncio y la escucha de la Palabra.
5. San Jerónimo decía: "Ignorar el Evangelio es ignorar a Cristo".
6. Jesús decía: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de mi Padre".
7. La lectura del Evangelio en familia, las convivencias, los Ejercicios Espirituales, los cultos de las Hermandades... son momentos privilegiados para escuchar la Palabra de Dios. No cierres tus oídos a la Palabra.
V. LA CUARESMA Y EL HOMBRE DE HOY
1. El hombre de hoy es un poco autosuficiente y algo olvidado de Dios. Confía demasiado en la razón y, a veces se cierra a la fe, ¿no te parece?
2. El hombre de hoy piensa que la Cuaresma es para los "carrozas" y los "carcas": "ya no se estila".
3. Dicen que el hombre de hoy ha perdido la conciencia de pecado. ¿Será verdad que ya no hay pecados?
4. ¿0 será que el hombre de hoy necesita más que ningún otro convertirse?5. Lo que pasa es que convertirse es algo complicado.
6. Cuando el hombre de hoy comprenda lo serio que es cambiar de vida y poner en cuarentena el corazón, entonces se dará cuenta que necesita la Cuaresma.
7. El hombre de hoy es el hombre del evangelio, porque el evangelio siempre es de hoy.
8. Todos somos hombres de hoy, que necesitamos una Cuaresma de "hoy

miércoles, 25 de febrero de 2009

LAS CELEBRACIONES DE LA SANTA MISA PARA HOY:

MARLOFA. 17:00
LAJOYOSA 18:00
TORRES 19:00

DIOS EXISTE?????








¿Dios existe?




Joseph Ratzinger, Paolo Flores d’ArcaisEspasa.
Madrid (2008).
Traducción: Carmen Bas y Alejandro Pradera

Ni en su tiempo de afamado teólogo, ni como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Benedicto XVI dejó escapar la ocasión para debatir y exponer lo que el cristianismo y la Iglesia católica pueden aportar a un mundo secularizado. Lo hizo con el filósofo Jürgen Habermas (ver Aceprensa 27-09-2006) y con Marcello Pera (ver Aceprensa 14-06-2006). Unos años antes, en 2000, el entonces Cardenal Ratzinger mantuvo un encuentro con un representante del pensamiento laicista italiano, Paolo Flores d’Arcais. En ¿Dios existe? se recoge la trascripción del encuentro.
Ratzinger hace uso de la formalidad académica; se muestra respetuoso y, sobre todo, trama un discurso razonable, en continuidad con la tradición apologética de los primeros siglos del cristianismo. Advierte cómo la religión cristiana supo asimilar el pensamiento filosófico anterior. La fe, sostiene, da por supuesta la razón, de la misma manera que la gracia da por supuesta la naturaleza. De ahí que existan valores cristianos que son “valores humanos” y que, por tanto, todo hombre puede compartir con independencia de sus creencias personales. Flores d’Arcais realiza en su exposición una defensa de la altura intelectual y de la tolerancia del ateísmo… pero lo hace de forma intolerante, tosca, interrumpiendo en ocasiones al cardenal. En su intervención la retahíla dogmática de lo políticamente correcto deja paso a un pensamiento débil, escéptico, que a fuer de racionalista obvia el sentido común.

No es de extrañar que ante el panorama de la filosofía contemporánea Benedicto XVI haya considerado urgente ampliar los límites de la razón, sin circunscribirla al ámbito de lo científico. Así ha sido interpretado el discurso que pronunció en la Universidad de Ratisbona (ver Aceprensa 27-09-2006), como se pone de manifiesto en Dios salve la razón, un libro en el que se recogen trabajos de distintos intelectuales sobre la lección magistral del Papa.
A partir de la naturaleza racional de Dios y la compatibilidad entre fe y razón, Benedicto XVI considera que la fe puede desempeñar un papel importante como factor equilibrante y corrector de una razón abandonada a su propia suerte. Al hilo de estas consideraciones, sorprende que un filósofo materialista como Gustavo Bueno coincida en afirmar que el modelo de razón de la tradición católica resulta más adecuado, tanto para evitar el fundamentalismo de nuevas formas de religiosidad como los extravíos dogmáticos del cientificismo.

Dios salve a la razón hace realidad el diálogo entre diferentes culturas, también propuesto por el Papa. Escriben Wael Farouq, profesor en la Universidad de El Cairo, Sari Nussseibeh, de la Universidad de Jerusalén, y J. Weiler, de la New University. La altura de sus trabajos, la profundidad de sus aportaciones y, sobre todo, el reconocimiento a la labor filosófica y teológica del Papa contrastan con la intransigencia de Paolo Flores.
A este respecto resulta especialmente interesante la exposición de Glucksmann, que argumenta en contra del pensamiento débil. Para el pensador francés, “la razón no peca ya por arrogancia sino por renuncia suicida; propaga entre los posmodernos el odio por el pensamiento”. En sintonía con lo manifestado por Benedicto XVI en Ratisbona, recuerda que la renuncia a la verdad y a los fundamentos, el nihilismo consecuencia de la posmodernidad filosófica, es el caldo de cultivo de los enfrentamientos. Felicita al Papa por su tesón a la hora de reconocer que la razón busca y ha de encontrar la verdad.
Fe y razón se complementan, afirma el Papa. El libro La fe es razonable, del protestante converso Scott Hahn, se basa en estas ideas para proponer una breve introducción a la teodicea, ya que el católico de hoy, como el de los primeros siglos, ha de estar especialmente preparado para “dar razón de su esperanza”; Hahn repasa y actualiza las pruebas tradicionales de la existencia de Dios, desde las vías de Santo Tomás hasta la “apuesta de Pascal”.

En la segunda parte se introduce, en cambio, por los caminos de la teología. Teniendo en cuenta al lector protestante, Hahn intenta fundamentar los principios de la religión católica en la Biblia. Por ello mismo, La fe es razonable constituye también un libro de espiritualidad que ayuda a comprender la trascendencia bíblica de los misterios de la fe católica y a profundizar en el conocimiento de la Escritura, como ha recomendado el último Sínodo de los obispos.
Fundamentar la fe es importante, pero también es decisivo saber comunicarla. En continuidad con los libros anteriores se sitúa Buenas noticias. McClosey y Shaw, el primero sacerdote y colaborador frecuente en los medios de comunicación americanos y el segundo periodista, ofrecen formas atractivas de presentar la religión en un contexto que recuerda, a su juicio, al de los primeros tiempos de la cristiandad. Por ello no dudan en presentar su ensayo como un “manual de apostolado” en el que, a partir de historias personales y anécdotas, explican cómo animar los procesos de conversión. Respetando las decisiones de cada uno, Buenas noticias ayuda a repensar la dimensión pública de la fe, la importancia del ejemplo personal del cristiano y del compromiso en un mundo secularizado.

martes, 24 de febrero de 2009

MIERCOLES DE CENIZA





Que este tiempo de gracia nos acompañe a vivir con intensidad la santa cuaresma.




Significado simbólico de la Ceniza
La ceniza, del latín "cinis", es producto de la combustión de algo por el fuego. Muy fácilmente adquirió un sentido simbólico de muerte, caducidad, y en sentido trasladado, de humildad y penitencia. En Jonás 3,6 sirve, por ejemplo, para describir la conversión de los habitantes de Nínive. Muchas veces se une al "polvo" de la tierra: "en verdad soy polvo y ceniza", dice Abraham en Gén. 18,27.

El Miércoles de Ceniza, el anterior al primer domingo de Cuaresma (muchos lo entenderán mejor diciendo que es le que sigue al carnaval), realizamos el gesto simbólico de la imposición de ceniza en la frente (fruto de la cremación de las palmas del año pasado). Se hace como respuesta a la Palabra de Dios que nos invita a la conversión, como inicio y puerta del ayuno cuaresmal y de la marcha de preparación a la Pascua.

La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo.

Mientras el ministro impone la ceniza dice estas dos expresiones, alternativamente: "Arrepiéntete y cree en el Evangelio" (Cf Mc1,15) y "Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver" (Cf Gén 3,19): un signo y unas palabras que expresan muy bien nuestra caducidad, nuestra conversión y aceptación del Evangelio, o sea, la novedad de vida que Cristo cada año quiere comunicarnos en la Pascua.


El miércoles de ceniza a todos nos trae al recuerdo la conversión y la penitencia, pero creo que la liturgia no subraya tanto este aspecto, cuanto la interiorización de los actos de

penitencia y de conversión. Así en la primera lectura Dios nos dice mediante el profeta Joel: "Rasgad vuestro corazón, no vuestras vestiduras". En el evangelio Jesucristo, al enseñar sobre las tres prácticas de piedad del judaísmo: ayuno, oración y limosna, en las tres insiste: "No hagáis el bien para que os vean lo hombres, y así os recompensen". Finalmente, san Pablo exhorta a los corintios a que se dejen reconciliar con Dios para sentir su fuerza salvadora, y a que no dejen pasar el tiempo favorable, el día de la salvación

CUARESMA Y LA IMPOSICION DE LA CENIZA


LA CUARESMA Y LA IMPOSICIÓN DE LA CENIZA

El número de cuarenta días es, desde la mentalidad antigua, el tiempo mínimo necesario para cambiar un hábito o para que se manifiesten los cambios o enfermedades en la salud de una persona. En la Biblia es un tiempo de preparación para celebrar un acontecimiento histórico de salvación y presencia de Dios, que santifica la vida humana. Así en el Antiguo Testamento dice el libro del Éxodo 24, 18, que "Moisés subió al monte y estuvo allí cuarenta días con sus noches". En el Nuevo Testamento dice Mateo 4, 2, que "Jesús ayunó cuarenta días y cuarenta noches, y al final sintió hambre." cuando estaba preparándose para su vida pública. En la era cristiana la noticia más antigua de la Cuaresma se la debemos a San Ireneo, Obispo de Lyón, ciudad de la región de las Galias, hoy Francia. Nos dice él, que algunos cristianos hacían penitencia durante 40 días para mostrar el deseo de conversión. Esta práctica se extendió pronto a toda la Iglesia. Primero para aquellos que hacían penitencia por el reconocimiento público de sus pecados, luego para toda la comunidad cristiana que se preparaba para la Pascua.
Hoy la Cuaresma es la preparación para actualizar en la vida humana la Pascua redentora de Cristo, enviado por el Padre para redimirnos del pecado y de la muerte con su sangre derramada en la cruz, por quien nos dio la filiación adoptiva, elevándonos a la dignidad de hijos y herederos de las promesas de vida nueva, manifestadas en Cristo resucitado. Dios mismo nos ha dado esta vida en el bautismo por el Espíritu Santo que ha derramado sobre nosotros haciéndonos morada de Su presencia. Porque en la Pascua celebramos ese paso que Cristo dio por todos de las tinieblas del odio, del pecado y de la muerte a la luz admirable del amor, de la gracia y de la vida para siempre. La Cuaresma es un llamado para que durante cuarenta días hagamos un ejercicio intenso de crucificar la carne con sus pasiones y sus apetencias, muriendo al odio, a la vanidad de las cosas mundanas y a nosotros mismos, de manera que estemos mejor preparados para resucitar con Cristo a la vida del amor en la justicia y la verdad. La Cuaresma es un tiempo de gracia y conversión; su carácter es penitencial y bautismal.
La Iglesia cada año se prepara a la Pascua con la celebración de la Cuaresma. Su Santidad Juan Pablo II, en el Mensaje con motivo de la Cuaresma publicado el 9 de Enero de 2001, nos preguntaba: “¿Cómo acoger la llamada a la conversión que Jesús nos dirige también en esta Cuaresma? ¿Cómo llevar a cabo un serio cambio de vida? Es necesario, ante todo, abrir el corazón a los conmovedores mensajes de la liturgia”… La Cuaresma “representa un providencial don del Señor y una preciosa posibilidad de acercarse a Él, entrando en uno mismo y poniéndose a la escucha de sus sugerencias interiores”.
Según el Catecismo de la Iglesia… “la llamada de Jesús a la conversión y a la penitencia no mira, en primer lugar, a las obras exteriores “el saco y la ceniza”, los ayunos y las mortificaciones, sino a la conversión del corazón, la penitencia interior… La penitencia interior es una reorientación radical de toda la vida, un retorno, una conversión a Dios con todo nuestro corazón, una ruptura con el pecado, una aversión del mal, con repugnancia hacia las malas acciones que hemos cometido. Al mismo tiempo, comprende el deseo y la resolución de cambiar la vida con la esperanza de la misericordia divina y la confianza en la ayuda de su gracia. (nn. 1431-1432).
La imposición de la ceniza es una expresión consciente de penitencia que exige el uso de razón, Esta expresión requiere el conocimiento básico de la Doctrina Católica y ordinariamente se alcanza alrededor de los seis años. Por esto, los menores no están obligados a la penitencia, ni a que se les imponga la ceniza. Por supuesto, tampoco lo están los no bautizados. La imposición se realiza sobre la cabeza.

lunes, 23 de febrero de 2009

mi compañero

Un Buen Amigo Te acepta como eres y te ayuda a ser mejor Goza contigo con lo que te gusta hacer Te levanta el ánimo Te ayuda de tu y yo para formar un nosotros Hace oración por ti Te quiere por lo que eres, no por lo que tienes o sabes Se acuerda de tí cuando estás lejos Te lleva hacer nuevos amigos Comparte tu soledad y te alegra tu tristeza con su alegria y sonrisa Trata de comprenderte Te sigue queriendo pase lo que pase Te dice la verdad aunque te duela Siempre tiene las puertas abierta para ti Te invita a correr por el camino de la felicidad Esta seguro de tu cariño y te enseña amar Te motiva a amar a tu prójimo......

jueves, 19 de febrero de 2009

MENSAJE DEL PAPA PARA CUARESMA 2009

MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA CUARESMA
2009

"Jesús, después de hacer un ayuno durante cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre" (Mt 4,2)

¡Queridos hermanos y hermanas!
Al comenzar la Cuaresma, un tiempo que constituye un camino de preparación espiritual más intenso, la Liturgia nos vuelve a proponer tres prácticas penitenciales a las que la tradición bíblica cristiana confiere un gran valor —la oración, el ayuno y la limosna— para disponernos a celebrar mejor la Pascua y, de este modo, hacer experiencia del poder de Dios que, como escucharemos en la Vigilia pascual, “ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos” (Pregón pascual).




En mi acostumbrado Mensaje cuaresmal, este año deseo detenerme a reflexionar especialmente sobre el valor y el sentido del ayuno. En efecto, la Cuaresma nos recuerda los cuarenta días de ayuno que el Señor vivió en el desierto antes de emprender su misión pública. Leemos en el Evangelio: “Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno durante cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre” (Mt 4,1-2).


Al igual que Moisés antes de recibir las Tablas de la Ley (cfr. Ex 34, 8), o que Elías antes de encontrar al Señor en el monte Horeb (cfr. 1R 19,8), Jesús orando y ayunando se preparó a su misión, cuyo inicio fue un duro enfrentamiento con el tentador.
Podemos preguntarnos qué valor y qué sentido tiene para nosotros, los cristianos, privarnos de algo que en sí mismo sería bueno y útil para nuestro sustento. Las Sagradas Escrituras y toda la tradición cristiana enseñan que el ayuno es una gran ayuda para evitar el pecado y todo lo que induce a él. Por esto, en la historia de la salvación encontramos en más de una ocasión la invitación a ayunar. Ya en las primeras páginas de la Sagrada Escritura el Señor impone al hombre que se abstenga de consumir el fruto prohibido: “De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio” (Gn 2, 16-17). Comentando la orden divina, San Basilio observa que “el ayuno ya existía en el paraíso”, y “la primera orden en este sentido fue dada a Adán”. Por lo tanto, concluye: “El ‘no debes comer’ es, pues, la ley del ayuno y de la abstinencia” (cfr. Sermo de jejunio: PG 31, 163, 98). Puesto que el pecado y sus consecuencias nos oprimen a todos, el ayuno se nos ofrece como un medio para recuperar la amistad con el Señor. Es lo que hizo Esdras antes de su viaje de vuelta desde el exilio a la Tierra Prometida, invitando al pueblo reunido a ayunar “para humillarnos —dijo— delante de nuestro Dios” (8,21). El Todopoderoso escuchó su oración y aseguró su favor y su protección. Lo mismo hicieron los habitantes de Nínive que, sensibles al llamamiento de Jonás a que se arrepintieran, proclamaron, como testimonio de su sinceridad, un ayuno diciendo: “A ver si Dios se arrepiente y se compadece, se aplaca el ardor de su ira y no perecemos” (3,9). También en esa ocasión Dios vio sus obras y les perdonó.





En el Nuevo Testamento, Jesús indica la razón profunda del ayuno, estigmatizando la actitud de los fariseos, que observaban escrupulosamente las prescripciones que imponía la ley, pero su corazón estaba lejos de Dios. El verdadero ayuno, repite en otra ocasión el divino Maestro, consiste más bien en cumplir la voluntad del Padre celestial, que “ve en lo secreto y te recompensará” (Mt 6,18).



Él mismo nos da ejemplo al responder a Satanás, al término de los 40 días pasados en el desierto, que “no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4). El verdadero ayuno, por consiguiente, tiene como finalidad comer el “alimento verdadero”, que es hacer la voluntad del Padre (cfr. Jn 4,34). Si, por lo tanto, Adán desobedeció la orden del Señor de “no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal”, con el ayuno el creyente desea someterse humildemente a Dios, confiando en su bondad y misericordia.



La práctica del ayuno está muy presente en la primera comunidad cristiana (cfr. Hch 13,3; 14,22; 27,21; 2Co 6,5). También los Padres de la Iglesia hablan de la fuerza del ayuno, capaz de frenar el pecado, reprimir los deseos del “viejo Adán” y abrir en el corazón del creyente el camino hacia Dios. El ayuno es, además, una práctica recurrente y recomendada por los santos de todas las épocas. Escribe San Pedro Crisólogo: “El ayuno es el alma de la oración, y la misericordia es la vida del ayuno. Por tanto, quien ora, que ayune; quien ayuna, que se compadezca; que preste oídos a quien le suplica aquel que, al suplicar, desea que se le oiga, pues Dios presta oído a quien no cierra los suyos al que le súplica” (Sermo 43: PL 52, 320, 332).



En nuestros días, parece que la práctica del ayuno ha perdido un poco su valor espiritual y ha adquirido más bien, en una cultura marcada por la búsqueda del bienestar material, el valor de una medida terapéutica para el cuidado del propio cuerpo. Está claro que ayunar es bueno para el bienestar físico, pero para los creyentes es, en primer lugar, una “terapia” para curar todo lo que les impide conformarse a la voluntad de Dios. En la Constitución apostólica Pænitemini de 1966, el Siervo de Dios Pablo VI identificaba la necesidad de colocar el ayuno en el contexto de la llamada a todo cristiano a no “vivir para sí mismo, sino para aquél que lo amó y se entregó por él y a vivir también para los hermanos” (cfr. Cap. I). La Cuaresma podría ser una buena ocasión para retomar las normas contenidas en la citada Constitución apostólica, valorizando el significado auténtico y perenne de esta antigua práctica penitencial, que puede ayudarnos a mortificar nuestro egoísmo y a abrir el corazón al amor de Dios y del prójimo, primer y sumo mandamiento de la nueva ley y compendio de todo el Evangelio (cfr. Mt 22,34-40).



La práctica fiel del ayuno contribuye, además, a dar unidad a la persona, cuerpo y alma, ayudándola a evitar el pecado y a acrecer la intimidad con el Señor. San Agustín, que conocía bien sus propias inclinaciones negativas y las definía “retorcidísima y enredadísima complicación de nudos” (Confesiones, II, 10.18), en su tratado La utilidad del ayuno, escribía: “Yo sufro, es verdad, para que Él me perdone; yo me castigo para que Él me socorra, para que yo sea agradable a sus ojos, para gustar su dulzura” (Sermo 400, 3, 3: PL 40, 708).


Privarse del alimento material que nutre el cuerpo facilita una disposición interior a escuchar a Cristo y a nutrirse de su palabra de salvación. Con el ayuno y la oración Le permitimos que venga a saciar el hambre más profunda que experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la sed de Dios.
Al mismo tiempo, el ayuno nos ayuda a tomar conciencia de la situación en la que viven muchos de nuestros hermanos. En su Primera carta San Juan nos pone en guardia: “Si alguno que posee bienes del mundo, ve a su hermano que está necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?” (3,17). Ayunar por voluntad propia nos ayuda a cultivar el estilo del Buen Samaritano, que se inclina y socorre al hermano que sufre (cfr. Enc. Deus caritas est, 15). Al escoger libremente privarnos de algo para ayudar a los demás, demostramos concretamente que el prójimo que pasa dificultades no nos es extraño. Precisamente para mantener viva esta actitud de acogida y atención hacia los hermanos, animo a las parroquias y demás comunidades a intensificar durante la Cuaresma la práctica del ayuno personal y comunitario, cuidando asimismo la escucha de la Palabra de Dios, la oración y la limosna.

Este fue, desde el principio, el estilo de la comunidad cristiana, en la que se hacían colectas especiales (cfr. 2Co 8-9; Rm 15, 25-27), y se invitaba a los fieles a dar a los pobres lo que, gracias al ayuno, se había recogido (cfr. Didascalia Ap., V, 20,18). También hoy hay que redescubrir esta práctica y promoverla, especialmente durante el tiempo litúrgico cuaresmal.


Lo que he dicho muestra con gran claridad que el ayuno representa una práctica ascética importante, un arma espiritual para luchar contra cualquier posible apego desordenado a nosotros mismos. Privarnos por voluntad propia del placer del alimento y de otros bienes materiales, ayuda al discípulo de Cristo a controlar los apetitos de la naturaleza debilitada por el pecado original, cuyos efectos negativos afectan a toda la personalidad humana. Oportunamente, un antiguo himno litúrgico cuaresmal exhorta: “Utamur ergo parcius, / verbis, cibis et potibus, / somno, iocis et arctius / perstemus in custodia – Usemos de manera más sobria las palabras, los alimentos y bebidas, el sueño y los juegos, y permanezcamos vigilantes, con mayor atención”.
Queridos hermanos y hermanas, bien mirado el ayuno tiene como último fin ayudarnos a cada uno de nosotros, como escribía el Siervo de Dios el Papa Juan Pablo II, a hacer don total de uno mismo a Dios (cfr. Enc. Veritatis Splendor, 21). Por lo tanto, que en cada familia y comunidad cristiana se valore la Cuaresma para alejar todo lo que distrae el espíritu y para intensificar lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y del prójimo. Pienso, especialmente, en un mayor empeño en la oración, en la lectio divina, en el Sacramento de la Reconciliación y en la activa participación en la Eucaristía, sobre todo en la Santa Misa dominical. Con esta disposición interior entremos en el clima penitencial de la Cuaresma. Que nos acompañe la Beata Virgen María, Causa nostræ laetitiæ, y nos sostenga en el esfuerzo por liberar nuestro corazón de la esclavitud del pecado para que se convierta cada vez más en “tabernáculo viviente de Dios”. Con este deseo, asegurando mis oraciones para que cada creyente y cada comunidad eclesial recorra un provechoso itinerario cuaresmal, os imparto de corazón a todos la Bendición Apostólica.
Vaticano, 11 de diciembre de 2008

BENEDICTUS PP. XVI

al comenzar el dia

Al comenzar el día

Al empezar cada día, trataré de aprender algo nuevo sobre mí, sobre ti y sobre el mundo en que vivimos, de tal modo que pueda continuar sintiendo y viviendo todas las cosas como si acabaran de nacer.
Al empezar el día, me acordaré de participarte mi alegría, así como mi pena, de manera que nos podamos conocer mejor el uno al otro.
Al empezar cada día, me pondré a escucharte de verdad e intentaré comprender tu punto de vista, al tiempo que trataré de darte el mío de la forma más suave, recordando que ambos estamos creciendo y cambiando y cambiando de mil formas distintas.
Al empezar el día, recordaré que soy un ser humano y no exigiré de tí la perfección hasta que yo sea perfecto.
Al empezar cada día, me cuidaré de acercarme a ti y acariciarte con ternura, porque no quiero dejar de sentirte.
Al empezar el día, me dedicaré a renovarme como hombre que ama y a esperar los acontecimientos.

miércoles, 18 de febrero de 2009

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martes, 17 de febrero de 2009

EL CRISTO TOLERANTE

Nos viene muy bien el mirar a Jesús, que nunca trataba de imponer sus ideas, invitaba a que le siguieran.

Probablemente no hay ningún Cristo que lleve este nombre, pero si hay un “Cristo de los faroles” o “de los gitanos”... con mayor razón se puede hablar del “Cristo de la tolerancia”.


Veamos: El 1995 fue el Año Internacional de la Tolerancia, mucho nos tememos que pasó sin pena ni gloria, aunque, a decir verdad, en mucha gente hay cada vez mayor predisposición para esta importante virtud.
Desgraciadamente, a lo largo de los siglos, las diversas religiones en general no sólo no la han promovido, sino todo lo contrario.

El afán de “imponer”, como sea, a los demás las propias creencias ha dado origen a muchos odios y guerras. Y no han faltado cristianos afectados por esta lacra.

Afortunadamente nada tiene que ver esta conducta con la manera de actuar de Jesucristo, ni con el pensamiento de la Iglesia claramente expresado en el Concilio. Precisamente Juan Pablo II en su carta ante el Tercer Milenio ha dicho: “Otro capítulo doloroso sobre el que los hijos de la Iglesia deben volver con ánimo abierto al arrepentimiento está constituido por la aquiescencia manifestada con métodos de intolerancia e incluso de violencia en el servicio a la verdad”.


Pero si bien es cierto que hubo épocas pasadas en las que se llegó a hechos extremos (como la Inquisición), hay que reconocer que en cierta manera en bastantes cristianos aun permanece vivo cierto espíritu inquisitorial. Curiosamente entre personas que se creen muy religiosas se puede dar una especie de afán de meterse en la vida de los demás, en juzgar a la ligera su modo de actuar, en condenar no a la hoguera, pero sí con ese fuego destructor que a veces es la lengua, como si ellos tuvieran el monopolio de la verdad.


Por supuesto que también en las filas de los no religiosos se da esta misma actitud respecto de los creyentes. Por eso nos viene muy bien el mirar a Jesús, que nunca trataba de imponer sus ideas. Invitaba a que le siguieran, pero nunca coaccionaba a nadie. Cuando terminaba de hablar solía decir: “el que tenga oídos para oír, que oiga”. Más bien Él fue víctima de la intolerancia de los sacerdotes, escribas y fariseos, a quienes criticaba por estar demasiado aferrados a la letra de la ley. Mientras éstos todo lo arreglaban con el cumplimiento estricto de las normas, Jesús dice que no ha sido creado el hombre para la ley, sino la ley para el hombre. Y así Jesús “violaba el sábado”, curando enfermos en días en que la ley lo prohibía; era criticado porque a veces no cumplían ni él ni sus discípulos las normas del ayuno; aunque respetaba el templo, lo relativizó (Para orar enciérrate en tu cuarto, adora a Dios en espíritu y en verdad); consideró injusta la ley que castigaba a la adúltera, daba más importancia al amor al prójimo que a ciertas leyes rituales ( Véase la parábola del Buen Samaritano).





Cuando algunos de sus discípulos se celaban de que otros expulsaran demonios en su nombre, Él les reprendió. Otro tanto ocurrió cuando le pidieron que mandase fuego del cielo y consumiera a aquellos que no les quisieron recibir en una aldea de Samaría. Todos sabemos que muchos de los amigos de Jesús, de las personas que le acompañaban, no se distinguían precisamente por su buena fama, llámense, Mateo, Zaqueo, Magdalena o la Samaritana... Jesús, en este sentido, pasaba ampliamente de los comentarios y cuchicheos de la gente.


Era una persona verdaderamente libre. Por eso mismo era tolerante. O en todo caso, si alguna vez sacó el genio, fue precisamente con los intolerantes. Porque, eso sí, Jesús nunca renunció a sus firmes convicciones y a su lucha contra la mentira, la injusticia y el pecado, como tampoco nosotros debemos renunciar. Digamos para terminar que aunque todo esto ya lo sabemos no está de más que refresquemos la memoria, pues en la práctica no pocas veces lo olvidamos, cayendo con frecuencia en la tentación de juzgar, de condenar, de querer imponer nuestros criterios... de distinguir “alegremente” entre buenos y malos (los malos los demás, los buenos nosotros), de creernos poseedores absolutos de la verdad, de no saber comprender al otro “y sus circunstancias” de entrometernos en ese recinto sacro que es la conciencia de los demás. Santo Cristo de la Tolerancia, ruega por nosotros.



Autor: Máximo Alvarez Fuente: http://www.carholic.net/ El Cristo de la tolerancia

viernes, 13 de febrero de 2009

Andaba yo por la carretera de la vida tiempo atrás y
un día ví un letrero que decía:
“La Tienda del cielo”.
Cuando me aproximé, la puerta se abrió...
y cuando me dí cuenta ya había entrado.
Vi grupos de ANGELES por todos lados!
Uno me dió una cesta y dijo: ”Hijo mío, compra todo lo que quieras, En la tienda hay todo lo que un cristiano necesita...

...Y lo que no puedas cargar hoy,
puedes volver mañana y llevarlo sin problemas”.
Lo primero que agarré fue PACIENCIA y luego AMOR, estaban en el mismo estante.
Mas adelante estaba la COMPRENSIÓN
y también la compré;
iba a necesitarla donde quiera que fuera...
Compré, además, dos cajas de SABIDURÍA
y dos bolsas de FÉ
No pude dejar de lado al ESPÍRITU SANTO
pues estaba en todo el lugar...
Me detuve un poco para comprar,
FUERZA y CORAJE pues,
me ayudarían mucho
en esta carrera de la vida.
Cuando ya tenía casi llena la cesta,
recordé que me hacía falta un poco de
GRACIA, BENDICIÓN, ...
y que no me debía olvidar de la SALVACIÓN Esta la ofrecían GRATIS!!! Entonces tomé una buena porción de cada una:
Suficiente para salvarme y para salvarte!
Caminé hacia el cajero
para pagar la cuenta,
ya tenía todo para hacer
la voluntad del MAESTRO
Cuando iba llegando a la caja,
ví la ORACIÓN
y la agregué a mi canasta ya repleta.
Sabía que cuando saliera la usaría...
La PAZ y la FELICIDAD
estaban en unos estantes pequeños, aproveché para cargarlos;
la ALEGRÍA colgaba del techo,
agarré un paquete para mí.
Llegué al cajero y le pregunté: ¿Cuánto debo?
Él sonrió y me contestó:
“Lleva tu cesta donde quiera que vayas...”
Una vez más, sonreí y pregunté:
“¿Cuánto realmente yo debo ?"
El sonrió otra vez y dijo:
”Hijo mio, no te preocupes,
Jesús pagó la cuenta hace mucho,
mucho tiempo atrás".
"Todo lo que pidas en plegaria, con fé, lo recibirás".
(Mateo,21:22)
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Recorrió el mundo 9 veces.
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espera para ver lo que pasa en el 6º día.

martes, 10 de febrero de 2009

no estas deprimido estas distraido

No estás deprimido, estás distraído

No estás deprimido, estás distraído. Distraído de la vida que te puebla, distraído de la vida que te rodea: delfines, bosques, mares, montañas, ríos. No caigas en lo que cayó tu hermano, que sufre por un ser humano, cuando en el mundo hay 5.600 millones. Además, no es tan malo vivir solo. Yo la paso bien, decidiendo a cada instante lo que quiero hacer y gracias a la soledad me conozco... algo fundamental para vivir.
No caigas en lo que cayó tu padre, que se siente viejo porque tiene 70 años, olvidando que Moisés dirigía el éxodo a los 80 y Rubinstein interpretaba como nadie a Chopin a los 90, sólo por citar dos casos conocidos.
No estás deprimido, estás distraído. Por eso crees que perdiste algo, lo que es imposible, porque todo te fué dado. No hiciste ni un solo pelo de tu cabeza, por lo tanto no puedes ser sueño de nada. Además, la vida no te quita cosas: te libera de cosas... te aliviana para que vueles más alto, para que alcances la plenitud. De la cuna a la tumba es una escuela; por eso, lo que llamas problemas, son lecciones. No perdiste a nadie: el que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además, lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón.
Quién podría decir que Jesús está muerto? No hay muerte... hay mudanza. Y del otro lado te espera gente maravillosa: Gandhi, Miguel Ángel, Whitman, San Agustín, la Madre Teresa, tu abuela y mi madre, que creía que la pobreza está más cerca del amor, porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas y nos aleja, porque nos hace desconfiados.
Haz sólo lo que amas y serás feliz. El que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, porque lo que debe ser será y llegará naturalmente. No hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor. Entonces habrá plenitud, y en esa plenitud todo es posible y sin esfuerzo, porque te mueve la fuerza natural de la vida, la que me levantó cuando se cayó el avión con mi mujer y mi hija, la que me mantuvo vivo cuando los médicos me diagnosticaban 3 o 4 meses de vida.
Dios te puso un ser humano a cargo, y eres tú mismo. A ti debes hacerte libre y feliz. Después podrás compartir la vida verdadera con los demás. Recuerda a Jesús: "Amarás al prójimo como a ti mismo". Reconcíliate contigo, ponte frente al espejo y piensa que esa criatura que estás viendo es obra de Dios y decide ahora mismo ser feliz. Porque la felicidad es una adquisición. Además, la felicidad no es un derecho, sino un deber, porque si no eres feliz, estás amargando a todo el barrio. Un solo hombre que no tuvo ni talento ni valor para vivir, mandó matar seis millones de hermanos judíos.
Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo. Tenemos para gozar la nieve del invierno y las flores de la primavera, el chocolate de la Perusa, la baguette francesa, los tacos mexicanos, el vino chileno, los mares y los ríos, el fútbol de los brasileños, las Mil y Una Noches, la Divina Comedia, el Quijote, el Pedro Páramo, los boleros de Manzanero y las poesías de Whitman; la música de Mahler, Mozart, Chopin, Beethoven; las pinturas de Caravaggio, Rembrandt, Velázquez, Picasso y Tamayo, entre tantas maravillas.
Y si tienes cáncer o sida, pueden pasar dos cosas y las dos son buenas: si te gana, te libera del cuerpo que es tan molesto (tengo hambre, tengo frío, tengo sueño, tengo ganas, tengo razón, tengo dudas)... y si le ganas serás más humilde, más agradecido... por lo tanto, fácilmente feliz, libre del tremendo peso de la culpa, la responsabilidad y la vanidad, dispuesto a vivir cada instante profundamente, como debe ser.
No estás deprimido, estás desocupado. Ayuda al niño que te necesita, ese niño será socio de tu hijo. Ayuda a los viejos y a los jóvenes: te ayudarán cuando lo seas. Además, el servicio es una felicidad segura, como gozar la naturaleza y cuidarla para el que vendrá.
Da sin medida y te darán sin medida. Ama hasta convertirte en lo amado; más aún, hasta convertirte en el mismísimo Amor. Y que no te confundan unos pocos homicidas y suicidas. El bien es mayoría, pero no se nota porque es silencioso. Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye, hay millones de caricias que alimentan la vida. Vale la pena, verdad?
Ahora vuélvelo a leer, más despacito.... te reconfortará.

Por Facundo Cabral.

EL DUELO

En estos dias participe de un a charla muy interesante sobre lo qu e es el acompañamiento del duelo.. ups q ue es eso del duelo me pregunte muchas veces y creo que pude encontrar despues de mirar algunos aspectos del dolor, ojo, con esto no quiero decir que tengo la solucion al tema.



QUE ES E DUELO?


No me quites mi duelo


el duelo es tan natural como llorar cuantdo te lastimas,


dormir cuando estas cansado,


comer cuando tines hambre, estornudar cuando te pica la nariz.


es la manera en que la naturaleza sana un corazon roto. Doug Manning.

El duelo es la reacción normal después de la muerte de un ser querido.
Supone un proceso más o menos largo y doloroso de adaptación a la nueva situación.
Elaborar el duelo significa ponerse en contacto con el vacío que ha dejado la pérdida, valorar su importancia y soportar el sufrimiento y la frustración que comporta.
La intensidad y duración del duelo depende de muchos factores: tipo de muerte (esperada o repentina, apacible o violenta..), de la intensidad de la unión con el fallecido, de las características de la relación con la persona perdida (dependencia, conflictos, ambivalencia...), de la edad...
La duración del duelo por la muerte de una persona muy querida puede durar entre 1 y 3 años.
Duelo resuelto. Podemos decir que hemos completado un duelo cuando somos capaces de recordar al fallecido sin sentir dolor, cuando hemos aprendido a vivir sin él o ella, cuando hemos dejado de vivir en el pasado y podemos invertir de nuevo toda nuestra energía en la vida y en los vivos.

El miedo ala muerte es un miedo universal, compartido por las diferentes culturas y religiones, que han elaborado ritos y grados de negacion diferentes. La muerte es especialmente dificil entender en nuestra sociedad urbana y consumista, que fomenta la ilusion de que vamos a vivir muchos años y lleva a la negacion de su realidad.


La persona que quiera acompañar o ayudar en este duelo necesita:

- conocer el proceso que digue el doliente, tener experiencias vitales de contacto con el sufrimiento humano, desear consolar, haber relfexionado sobre su propia muerte.


Comparto con vosotr@s esta definicion que me gusto mucho y creo que nos puede ayudar a pensar: El duelo es un proceso natural en elq ue el doliente atraviesa una serie de faces auqnue no necesariamente toda persona en duelo debe pasar por todas ellas ni seguir una determinada secuencia. en el tiempo, podemos distinguir el duelo inmediato, que se inicia casi siempre en los servicios de urgencia UCI de los hospitales y el duelo mediato a medio y largo plazo.


Continuara.



Es maravillo Señor tener mis brazos perfectos
cuando hay tantos mutilados, mis ojos perfecto,
cuando tantos no tienen luz,
mi voz canta, cuando otras mendigan
es maravilloso Señor, volver a casa
y cuando tantos no tienen donde ir.
Es bueno sonreir, amar, soñar, vivir,
cuando hay tantos que odian, lloran,

y mueren sin haber vivido la vida.
es maravilloso Señor tener un Dios para creer,
cuando tantos no poseen una creencia.
Es maravilloso sobre todo:
tener tan poco que pedir y tanto para agradecer



miércoles, 4 de febrero de 2009

MAÑANA ES SANTA AGUEDA




REFLEXIONES
AL EVANGELIO DE CADA DÍA

Evangelio y Reflexión del MIÉRCOLES 4 DE FEBRERO
SANTA ÁGUEDA (Memoria Obligatoria)

“Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor;
Yo las conozco y ellas me siguen”
Evangelio según San Marcos, capítulo 6, versículos 1 al 6 (Mc. 6,1-6)


+ Lectura del Santo Evangelio según San Marcos
En aquel tiempo, fue Jesús a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba se preguntaba con asombro: «¿Dónde aprendió este hombre tantas cosas? ¿De dónde le viene esa sabiduría y ese poder para hacer milagros? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No viven aquí entre nosotros sus hermanas?» Y estaban desconcertados.
Pero Jesús les dijo: «Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa». Y no pudo hacer allí ningún milagro; sólo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y estaba extrañado de la incredulidad de aquella gente. Luego se fue a enseñar en los pueblos vecinos.
Palabra del señor.


Reflexión

Gran extrañeza suscita la enseñanza de Jesús no para quienes lo escuchan, sino para los más cercanos, sus familiares, sus paisanos. Y es que para ellos y los pueblos vecinos Jesús no es más que el hijo de José y María, y estos no tenían ninguna relevancia entre ellos. La respuesta de Jesús va encaminada a subrayar esta incredulidad y la dificultad de creer para quien está cerca del profeta. Esto me lleva a reflexionar por dos caminos. El primero es si quienes toda la vida hemos tenido muy cerca a Jesús, quienes toda la vida hemos escuchado su Evangelio y estamos realmente cerca, sobre todo sacristanes, sacerdotes, catequistas, etc., toda persona que está cerca de la Palabra, a veces se llega a acostumbrar y no tiene la capacidad de asombro cuando nuevamente escuchamos la Palabra del Señor y quedamos como impermeabilizados o vacunados frente a la Palabra y frente a todo predicador. ¿No es verdad que a veces estamos más para criticar a quien predica que para dejarnos tocar por la palabra? Y el segundo punto de reflexión es el desprecio que a veces se tiene por las personas cercanas y humildes: el catequista que conocemos, el ministro de la comunión, el predicador ya cercano… ¡Cuántas veces se niegan algunos a recibir la comunión de un ministro porque lo conocen de toda la vida! Hoy examinemos nuestra actitud frente a la Palabra y frente a aquellas personas cercanas a nosotros que la predican u ofrecen un servicio.

domingo, 1 de febrero de 2009

JESUS ENSEÑABA CON AUTORIDAD


San Jerónimo (347-420), presbítero, traductor de la Biblia, doctor de la IglesiaComentario al evangelio de Marcos, 2; PLS 2, 125s


«Este enseñar con autoridad es nuevo»
«El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió.» Es esta la manera de expresar su dolor: retorcerlo. El demonio, puesto que no había podido alterar el alma del hombre, ejerció su violencia sobre su cuerpo. Estas manifestaciones físicas eran, por otra parte, el único medio que tenía para dar a entender que iba a salir de aquel hombre. Al manifestar su presencia el espíritu puro, el impuro no puede hacer más que retirarse... «Todos se preguntaron estupefactos: '¿Qué es esto?'». Fijémonos en los Hechos de los Apóstoles y en los signos que dieron los primeros profetas. ¿Qué dicen los magos del Faraón al ver los prodigios que hacía Moisés? «Es el dedo de Dios» (Ex 8,15). A pesar de ser Moisés quien los lleva a cabo, reconocen que hay un poder mayor. Más tarde los apóstoles obraron otros prodigios: «¡En el nombre de Jesús, levántate y camina!» (Hch 3,6); «Y Pablo, en el nombre de Jesucristo, ordenó al espíritu salir de aquella mujer» (Hch 16,18). Siempre se recurre al nombre de Jesús. Pero aquí ¿qué es lo que él mismo dice? «Sal de él» sin precisar más. Es en su propio nombre que ordena al espíritu de salir. «Todos preguntaron estupefactos: '¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo». La expulsión del demonio no era en sí mismo nada nuevo: los exorcistas de los hebreos lo hacían corrientemente. Pero ¿qué dice Jesús? ¿Cuál es esta enseñanza nueva? ¿Dónde está la novedad? La novedad reside en que Jesús manda a los espíritus impuros con autoridad propia. No cita a nadie: él mismo da la orden; no habla en nombre de otro sino en nombre de su propia autoridad.