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Nuestros párrocos son algunos de los miembros más trabajadores de la Iglesia. El sacerdote parroquial típico trabaja los fines de s...

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martes, 30 de mayo de 2017

NO A LOS CURAS GOOGLE

Padre Santo, le pedimos que nos indique los criterios para vivir una intensa vida espiritual en nuestro ministerio que, en la complejidad de la vida moderna y de las tareas administrativas, tiene a hacer que vivamos dispersos y fragmentados.  

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Diré que entre más imitemos el estilo de Jesús, mejor haremos nuestro trabajo de pastores. Este es el criterio fundamental, el estilo de Jesús. Siempre Jesús estaba en camino, en medio de la gente, la multitud, dice el Evangelio, que distingue bien entre discípulos, multitud, doctores de la ley. Podemos intuir que la mayor parte del tiempo Jesús lo pasaba en la calle: esto quiere decir cercanía a los problemas de la gente, no se escondía; después, por la noche, se escondía para rezar. Esto es útil para nosotros, que siempre vamos con prisas, viendo el reloj porque hay que apurarse; pero este comportamiento no es pastoral. Jesús no hacía esto. Jesús nunca estuvo parado, y, como todos los que caminan, está expuesto a tensiones. 

El miedo más grande que debemos tener es a una vida estática, del cura que tiene todo bien resuelto, en orden, estructurado, todo en su lugar. Yo tengo miedo del cura estático, incluso cuando es estático en la oración, de tal hora a tal hora. Pero, ¿no te dan ganas de pasar una hora más con el Señor? Una vida tan estructurada no es una vida cristiana. Tal vez ese párroco sea un buen empresario, pero ¿es cristiano? ¿Por lo menos vive como cristiano? Sí, celebra la misa, pero ¿el estilo? ¿Es cristiano o de empresario? Jesús siempre ha sido un hombre de la calle, de camino, abierto a las sorpresas de Dios; por el contrario, el sacerdote que tiene todo planeado, todo estructurado, generalmente está cerrado a las sorpresas de Dios, y se pierde esa alegría de la sorpresa del encuentro. El Señor te sorprende cuando no te lo esperas pero si eres abierto. 

No hay que tener miedo de esta tensión que nos toca vivir, nosotros estamos en camino y el mundo es así; un educador, un padre, un sacerdote está expuesto a esta tensión, un corazón que ama siempre vivirá expuesto a esta tensión. 

Si vemos a Jesús, en los Evangelios nos hacen ver dos momentos fuertes, que son el fundamento: el encuentro con el Padre y el encuentro con las personas, todas, incluso las más incómodas, como los leprosos.  

La oración: tú puedes rezar como un perico, pero no es la manera correcta: en cambio, encuentra al Señor, cállate, déjate ver, di una cosa al Señor... Encuentro. Con la gente, lo mismo. Nosotros, los sacerdotes, sabemos cuánto sufre la gente que viene a pedir consejo y nosotros respondemos apresuradamente: “Ahora no tengo tiempo”. De prisa y no en camino. 

Claro, estar con la gente cansa, ¡pero es el pueblo de Dios! Pero, ¡piensen en Jesús! Hay que dejarse cansar por la gente, no defender demasiado la propia tranquilidad. 

El sacerdote no debe hablar demasiado de sí mismo, no debe sentir la necesidad de verse al espejo. El cansancio que sirve es el de la santidad, y no debe ser autoreferencia. 

Hay que preguntarse: “¿Soy hombre de la calle? ¿De oreja que sabe escuchar? ¿Me dejo cansar por la gente? Esto era Jesús, no hay otras fórmulas.  

Nos hará bien a todos los sacerdotes recordar que solo Jesús es el Salvador, no hay otros. Y pensar que Jesús nunca se legó a las estructuras, sino que siempre se vinculaba a las relaciones. Si un sacerdote ve que está legado a las estructuras, algo no funciona. 

Una vez escuché a un hombre de Dios, posible beato, que decía que en la Iglesia hay que vivir lo mínimo de estructuras y lo máximo de vida, y no al contrario. 
Sin la relación con Dios y con el prójimo nada tiene sentido en la vida de un sacerdote: harás carrera, irás a esa parroquia que te gusta, pero el corazón quedará vacío, porque tu corazón está legado a las estructuras y no a las relaciones esenciales, con el Padre y con Jesús y con las personas. 

Quisiéramos vivir mejor la fraternidad sacerdotal tan aconsejada por nuestro cardenal arzobispo y promovida con encuentros diocesanos, vicariales, peregrinajes, retiros y ejercicios espirituales, semanas de comunidad... ¿Puede darnos alguna indicación?  

Cuántos años tiene usted (“81 ya cumplidos”, fue la respuesta, ndr.) Somos coetáneos. Le hago una confesión, escuhcándolo hablar así, le habría dado 20 años menos (risas generales, ndr.). 

Fraternidad es una bella palabra, pero no cotiza en la bolsa de valores, es una palabra, es muy difícil la fraternidad entre nosotros, es un trabajo de todos los días en la fraternidad presbiterial. Nosotros tenemos un peligro, de haber creado esa imagen del cura que sabe todo, que no necesita consejos. Los niños pueden decir: “¡Pero este es un cura Google y Wikipedia!”. Y esto hace daño a la vida presbiterial. 
¿Por qué perder tanto tiempo en reuniones? Y ¿cuántas veces en las reuniones yo estoy en órbita y no escucho a mi hermano sacerdote que está hablando? Si el obispo dijera: “Ustedes saben que el año que viene aumenta el 8X1000” (impuesto en Italia destinado por los contribuyentes que lo deseen a la Iglesia católica, ndr.), ¡ahí sí avanza la atención! (Risas generales, ndr.) Hay preguntas que debemos hacernos mientras en las reuniones no escucho al otro que está hablando: ¿Por qué no me interesa? ¿Por qué no me interesa lo que está diciendo mi hermano sacerdote? 

Hay que escucharse, rezar juntos, un buen almuerzo, y hacer fiesta juntos; los sacerdotes jóvenes, un partidito de futbol juntos, esto hace bien: ser hermanos, la fraternidad es muy humana. Los “hermanos” son una riqueza para el otro.  

Los sacerdotes y los obispos no somos el Señor, nosotros somos los discípulos del Señor, debemos ayudarnos, también discutir, como los discípulos que discutían sobre quién era el más grande entre ellos, pero no chismear, “decir por detrás”. “¿Escuchaste lo que dijo este tonto?”; no a las murmuraciones y a las competiciones. 

Pensé tres veces si podía decirlo, no sé si debo decirlo, pero puedo decirlo (risas, ndr.). Para hacer un nombramiento de un obispo se piden informaciones a sacerdotes, fieles, consagrados: A veces se encuentran calumnias u opiniones que, sin ser graves, devalúan al sacerdote, y se entiende inmediatamente que detrás están los celos. Cuando no hay fraternidad sacerdotal está la traición de la fe. Para seguir adelante, para crecer, se despluma al hermano. 

El gran enemigo contra la fraternidad sacerdotal son la envidia y los celos. Sucede que a veces es más importante la ideología que la fraternidad, e incluso que la doctrina. ¿A dónde hemos llegado? 
Puede ayudar saber que ninguno de nosotros es el todo, todos somos parte de un cuerpo, la Iglesia de Cristo. La pretensión de tener razón siempre te lleva a equivocarte, pero esto se aprende desde el seminario.  

Un buen arzobispo de aquí, el cardenal Canestri, decía que “la Iglesia es como un río, lo importante es estar adentro del río”, pero estar a la derecha o a la izquierda del río es una variedad lícita, lo importante es estar dentro del río. Y muchas veces nosotros queremos que el río se haga pequeño y que esté solo de nuestra parte, y condenamos a los demás. Esto no es fraternidad. Todos dentro del río. 

Esto se aprende en el seminario, y yo lo aconsejo a los formadores: si ven a un seminarista bueno, inteligente, pero que es un chismoso, expúlsenlo: será una hipoteca para la fraternidad. Hay un dicho: cría cuervos y te sacarán los ojos; si crías cuervos en el seminario, destruirán cualquier fraternidad en el presbiterio. 
Y luego están el párroco y el vicepárroco, a veces van de acuerdo, a veces están en partes diferentes del río: hagan un esfuerzo para comprenderse y hablarse, lo importante es estar dentro del río y no chismear, se necesita crear unidad; debemos tomar los dones, los carismas, las luces de cada uno. 

Una vez, algunos monjes fueron a ver al abad Pafnuncio, preocupados por los pecados de uno de ellos y le pidieron ayuda a él: “Sí, he visto en la orilla del río a un hombre en el lodo hasta las rodillas, algunos hermanos querían darle una mano, y, por el contrario, lo hundieron hasta el cuello; hay algunas ayudas que en realidad tratan de destruir, disfrazadas de ayudas”. 

Una cosa que nos ayudará mucho cuando nos encontremos frente a los pecados y a las cosas feas de nuestros hermanos que tratan de romper la fraternidad es preguntarse: ¿cuántas veces yo he sido perdonado? 

Usted ha vivido una larga vida consagrada en diferentes situaciones y con diferentes roles de responsabilidad. ¿Qué puede decirnos para vivir nuestra consagración con mayor intensidad, fieles a nuestro carisma, a nuestro apostolado y a la diócesis? (Pregunta de la madre Rosangela Sala, presidenta de Usmi lígure, ndr.)  

Madre Rosangela, la conozco desde hace años. Es buena, pero tiene un defecto, conduce a 140 kilómetros por hora (risas, ndr.). La diócesis es esa porción del pueblo de Dios que tiene cara. Ha hecho, hace y hará historia. Todos estamos dentro de la diócesis. Nos ayuda para que nuestr fe no sea teórica. Y ustedes, consagradas y consagrados, son un regalo para la Iglesia, cada carisma es un regalo para la Iglesia universal, pero siempre es interesante ver como todos los carismas nacen en un lugar concreto y están unidos con la vida de la diócesis concreta, no nacen en el aire. Lugar concreto que después crece y tiene un carácter universal, pero en el origen siempre tiene una concreción. Es bello hacer memoria de cómo no hay un carisma sin una experiencia fundadora concreta, raíces concretas. Pensemos en los franciscanos: el lugar que nos viene a la mente inmediatamente es Asís, “Pero somos universales”. Sí, es cierto, pero el origen concreto prevalece. El carisma es para ser encarnado, nace en un lugar concreto y luego crece. Pero siempre hay que buscar dónde nació. Esto nos enseña a amar a la gente en los lugares concretos. Concretamente. La concreción de la Iglesia la da la diocesanidad. Esto no quiere decir matar el carisma, no, ayuda a que el carisma se vuelva más real, más visible, más cercano. Cuando la universalidad de un instituto se olvida que debe insertarse en los lugares concretos, en las diócesis concretas, esta orden al final olvidará dónde nació. Se universaliza, pero no hay esa concreción de la diocesanidad. Institutos religiosos voladores no existen, y si alguien tiene esa pretensión, acabará mal. 

Y pensar en la universalidad sin concreción lleva a la autoreferencialidad. Y después subrayo la disponibilidad. Disponibilidad para ir a donde hay más riesgos, necesidades; hay que donar el carisma, insertarse donde hay más necesidades, en todas las periferias. Estas periferias son el reflejo de los lugares en los que nació el carisma primordial. Y cuando digo disponibilidad también digo revisión de las obras: a veces se hacen porque no hay personal; pero también cuando no hay personal es bueno preguntarse: ¿nuestro carisma es necesario aquí? Hay que ser disponibles, con prudencia de gobierno, pero sin miedo de los riesgos. 

¿Cómo afrontar la general disminución de vocaciones a la vida sacerdotal y consagrada?  

Hay un problema demográfico, en Italia estamos bajo cero. Si no hay chicos, no hay vocaciones; era más fácil en tiempos de familias numerosas. Es más fácil convivir con un gato y con el perro que con el hijo, porque me aseguro el amor programado, me siento acompañado por el perro o el gato. En cada época debemos ver las cosas que suceden como un paso del Señor: hoy, el Señor pasa a vernos y nosotros debemos preguntarnos qué sucede. 

También está la crisis matrimonial, los jóvenes ya no se casan, prefieren convivir. Es una crisis trasversal. Una crisis trasversal que, como tal, es un tiempo para preguntarle al Señor: ¿qué debemos hacer? ¿Cambiar? Afrontar los problemas es necesario, aprender de los problemas es algo obligatorio. 

Hay que buscar una respuesta a esto, que no sea reductiva, de conquista. Recuerdo como si fuera ahora: “la trata de las novicias”, título del periódico italiano “Corriere della Sera”, creo que de hace algunos años. Fue un escándalo. Una congregación que cogía el pullman, iba a lugares pobres, convencía a las chicas a que fueran a Buenos Aires para que convertirse en novicias, y las cosas no funcionaban. Y este es un dato de hace quince años, pero ha sucedido también en Roma, congregaciones que iban a los países extracomunitarios, pobres: encontraban personas que no tenían vocación, pero que no querían estar allí en esos lugares, entonces venían aquí, no se consagraban, algunos tal vez encontraban trabajo, pero otros acababan en la calle. 

Los jóvenes piden testimonio de autenticidad, armonía con el carisma. Nosotros debemos comprender que con los comportamientos mundanos somos nosotros los que provocamos ciertas crisis vocacionales, hemos sido nosotros mismos. Se necesita una conversión pastoral, misionera, testimonio que atraiga las vocaciones. 

Las vocaciones existen, Dios las da, pero si tu, sacerdote o monja, siempre estás ocupado y no tienes tiempo de escuchar a los jóvenes que vienen (que a veces son aburridos), no las cultivamos; los jóvenes están en movimiento: hay que hacerles propuestas misionales. Haciendo estas obras de bien con ellos el Señor les habla. 
El testimonio también se ofrece sin palabras. Acabo con una anécdota: en la zona en la que era obispo auxiliar, en un hospital cerca del vicariato, había tres monjitas ancianas y enfermas de una congregación que no tenía gente: la madre general, con buen sentido, las volvió a llamar; un sacerdote llamó a la madre general de una congregación de Corea para pedirle ayuda. Llegan tres monjas coreanas y después de algunos días los enfermos estaban felices: «¡Qué monjas más buenas!». «¿Pero, qué están diciendo, cómo las entienden si no hablan ni una palabra de español?». «La sonrisa», el lenguaje de gestos, del testimonio del amor. Incluso sin palabras se puede atraer a la gente. El testimonio es la clave de las vocaciones. 
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miércoles, 17 de mayo de 2017

COMUNIONES VERDAD O MENTIRA??


"Se nos está yendo la pinza con las comuniones": el recordatorio del juez de menores Emilio Calatayud

"Dejemos algo para cuando se casen", propone el magistrado en un texto que ha viralizado



La primera comunión es una fiesta que supone un gasto muy considerable para muchas familias
La primera comunión es una fiesta que supone un gasto muy considerable para muchas familias.  Getty Images


Abril, mayo y junio son los meses de la primera comunión. La celebración de este sacramento va en ocasiones ligada a un importante gasto familiar, una preocupación para muchos padres., como demuestra el éxito que ha tenido en los últimos días un artículo titulado Mesura con los convites oficiales, que se nos está yendo de las manos.
"Lo que antaño era un chocolate con churros y un relojito hoy es un almuerzo master chef, un viaje a Eurodisney y el móvil de última generación. Y eso, como mínimo". Estas líneas están firmadas por el juez de menores de Granada, Emilio Calatayud, que publica sus opiniones sobre la educación de menores en su blog en el periódico granadino Ideal. La publicación en la página de Facebook del autor lleva casi 8.000 compartidos desde el 12 de mayo, cifras elevadas incluso para él, acostumbrado a que sus opiniones se compartan y se comenten a menudo.
Cada  día  me hago mas  fans  de Emilio  Calatayud  tiene  mas  razon  que un  templo. cada  día  las comuniones  no  son mas comuniones.

Lo comparto  tal  cual  este  articulo  pequeño pero que se  hace  viral  en las  redes.
Vosotros que  pensáis?? sera que las comuniones  son  un  acontecimiento  social  mas que un  sacramento?
puede ser que  las comuniones  hipotequen a los padres que están luchando cada  dia para  salir adelante?
Veamos un poco, las comuniones como dice Emilio en el  pequeño  parágrafo, eran  pequeños  encuentros de  iniciación  cristiana que servia para  reunir  a la  familia y algunos  amigos. 
ahora me  dirán  cada  uno  qu e haga lo que  le de la  gana, perfecto, ahi de  acuerdo, cada  uno  tiene la  LIBERTAD DE  ELECCIÓN  y la  LIBRE EDUCACIÓN DE SU  HIJO (A)  pero  lo que  no  se puede comprender  es como  una comunión   se  puede  volver  en un fieston.
- primero  en la formación  los padres  y madres  no quieren  saber  nada,  solo quieren  saber  cuando es  la  inscripción  y  cuando la  comunión y si por ellos  fuera mejor no asistir  a nada 
- Segundo hemos dejado a un lado  todo lo  referente  a Dios,  independientemente  a sus  creencias,  pero  seamos  consecuentes en todo y para  todo. Si  digo no  creo, pues no hagas el pantomima de  querer  hacer lo que  quieres  con  esto que si  algunos  creen. O mas  fuerte  todavía  quieren  los padres  refundar  todo  para que este  a sus anchas.

REPITO:  RESPETO  LA OPINIÓN Y ELECCIÓN  DE CADA  UNO   ya me estoy  viendo  aquí con  mensajes  pero  estaría  bueno que  seamos consecuentes  y no nos gastemos  lo que no tenemos.

martes, 9 de mayo de 2017

FIESTAS 8-9 DE MAYO 2017 TORRES DE BERRELLEN

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Virgen del Castellar  2017

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San Gregorio de Ostia Junto  a la Virgen
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pregon desde el  ayuntamiento 

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Paloteadores  

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Ofrenda  de Flores 

martes, 2 de mayo de 2017

FIESTAS PATRONALES 2017

Conservaba todas estas cosas,
meditándolas en su corazón» (Lc 2,19).

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Celebrar las fiestas es recordar todas las historia de nuestras familias, el recorrido de nuestras vivencias personales camino de Peregrinación.

Mis estimados hermanos (a) en la Fe: Una vez más, nos reuniremos para celebrar lo más grande y hermoso de nuestra religiosidad popular las “FIESTAS DE LA VIRGEN DEL CASTELLAR” Madre: protectora, guía, modelo de humildad, sencillez y pobreza. A ella acudimos como todos los años dirigiendo nuestras peticiones y agradecimientos.

María se nos presenta como un vaso siempre rebosante de la memoria de Jesús, Sede de la Sabiduría, al que podemos acudir para saber interpretar coherentemente su enseñanza; esta en nosotros el querer o no querer acercarnos. 

Bienaventurada eres tú, María, porque has dado al mundo al Hijo de Dios; pero todavía más dichosa por haber creído en él. Llena de fe has concebido a Jesús antes en tu corazón que en tu seno, para hacerte Madre de todos los creyentes (cf. San Agustín, Sermón 215, 4). Derrama sobre nosotros tu bendición en este día consagrado a ti; muéstranos el rostro de tu Hijo Jesús, que derrama sobre todo el mundo su misericordia y su paz.

Una vez más comparto con cada uno de vosotros esta cercanía hacia Nuestra Madre, solo vosotros podréis gritar a los cuatro vientos cuanto queréis a la Virgen, solo vosotros haréis posible que nuestros jóvenes se acerquen cada día a su madre, solo vosotros  podréis contagiar el grito silencioso de una madre a su niño (a). Cada día tiene y debe ser un desafío para no perder lo que mantiene unidos a todos los habitantes de Torres de Berrellén, ayúdenme a cuidar de vuestra casa donde habita la única que nos hace pensar y nos hace gritar vivas. Nunca Olvides que esta es tu casa donde recibiste el: Bautismo, la Comunión, la Confirmación, el Matrimonio y donde posiblemente te despedirás de tu pueblo.
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No crees que es tiempo de dejar todo de lado y regalarle unos  minutos y decir Soy parte de esta comunidad? No te parece que es tiempo de Dar Gracias Juntos?

El Hijo de María nos dice: «No les tengas miedo,» (Jer 1,8) a nada, ni a nadie, en nuestro mundo es difícil ser diferentes pero no imposible Dios está con nosotros.


Les deseo Felices Fiestas y te pido una vez más: Acércate a la Casa de tu Madre que cuida de ti.

lunes, 1 de mayo de 2017

Quizás no creas en ti, pero Dios sí

Él me busca, desea caminar a mi lado, quiero aprender a encontrarlo en mi vida
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Me sigo deteniendo en lo que no está bien. No veo la mano salvadora de Dios. No distingo sus palabras que me sanan. No me doy cuenta de su amor de predilección. Me quiere a mí. Viene a buscarme a mí en el camino. Sale a mi encuentro cuando menos lo espero.
Creo que está todo perdido. Me desanimo y dejo que la tristeza me embargue. Quiero ver a Jesús que viene a buscarme. Su amor por mí me conmueve. Me busca. Desea caminar a mi lado. Quiero aprender a encontrarlo en mi vida.
Lo reconozco en los lugares evidentes. En la eucaristía. En el Sagrario. Pero luego me cuesta verlo en mi vida. En las personas a las que amo, que me aman. En aquellos que no me buscan. En las alegrías de cada día y en las contrariedades.
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En medio de mi camino. Él va conmigo. No me deja solo. Se pone a mi altura en medio de la vida. Esa forma de caminar a mi lado me emociona. No se olvida de mí. Sale a buscarme. Eso me anima.
Lo hace conmigo. Lo hace con el que se aleja de Él. Va a su vida. A su camino, a su rutina. Irrumpe en medio de lo sagrado de sus pasos. En ese camino deseo que arda mi corazón. Y la única forma es que sea en Dios.

Decía el padre José Kentenich: “El Espíritu Santo es quien nos capta, infunde calor a nuestro frío corazón y enciende en nosotros el amor por Dios y lo divino. Sin esta acción del Espíritu no debemos esperar mucho ni de nuestras prácticas ascéticas, ni del mutuo aliento que nos infundamos”[1].

En el camino su fuerza me inflama en el amor de Dios. El Espíritu Santo obra milagros. Me cuesta creer en su poder. Me he acostumbrado a controlar mi vida. Creo en lo que veo y dudo de lo que no veo.
Siento que mis fuerzas me ayudan a caminar y no creo tanto en el poder del Espíritu Santo que transforma todo mi ser e inflama mi alma. Me hace arder en la fuerza de Dios. Ese poder sobrenatural supera todas mis expectativas. Dios me quiere más de lo que yo imagino.
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Dios me ama por encima de todos mis miedos y tristezas. Cree en mí mucho más de lo que yo creo. Cree en el poder oculto de mis gestos y en la fuerza de mis palabras y obras. Jesús cree en mí y hace que arda mi corazón. Con sus palabras, con su presencia.
¿Qué hago en medio de mi vida para encontrarme con Jesús y dejar que su amor inflame mi espíritu? Necesito dejarme tiempo para caminar a su lado. Tiempo para recorrer el camino. Por eso me gusta la imagen del camino.

Jesús que camina a mi lado. Yo que invierto mi tiempo y mi vida caminando a su lado. Escuchando su Palabra que, como espada de doble filo, atraviesa mi corazón y me llena de su fuego. No quiero distraerme. No quiero quedarme bloqueado en mis tristezas.
Jesús viene a mí para que cambie mi camino, para que viva de forma diferente. Con otra mirada. Con otra forma de entender las cosas.

¿Arde mi corazón al escuchar a Jesús? Me gustaría vivir siempre esa pasión. Vivir enamorado, apasionado por Jesús. La vida me lleva. El mundo es más fuerte. Y me enfrío fácilmente. Dejo que lo importante en mi camino pase a un segundo plano. Voy lleno de cosas y vacío de Dios. Mi corazón no arde, no se conmueve, no se emociona.
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Me gustaría vivir así siempre. Enamorado del Dios de mi vida. Ese que camina a mi lado y va descifrando conmigo mis dudas.
Hay personas empeñadas en que abra los ojos y entienda. Me lo dicen de muchas formas, a veces no de la mejor manera. Sé que sólo puedo llegar a entender cuando Dios está en mi alma. No es fruto de mi esfuerzo. No depende de cuántas veces me lo quieran hacer ver. Es una gracia, un don.


Sólo puedo acompañar y compartir. Acompañar con la lectura de la Palabra. Y compartir mi vida y mi pan, compartir la eucaristía. Donde Jesús está escondido. Donde se manifiesta oculto. Y no puedo abrir los ojos a la fuerza. Ni los míos, ni los de nadie. Y no por eso me niego al cambio. Simplemente acepto que mi vida está en manos de Dios.