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sábado, 6 de agosto de 2016

no hay familias perfectas


"No existe familia perfecta.

 No tenemos padres perfectos, no somos perfectos, no nos casamos con una persona perfecta ni tenemos hijos perfectos. 

Tenemos quejas de unos a otros. Nos decepcionamos los unos a los otros. Por lo tanto, no existe un matrimonio saludable ni familia saludable sin el ejercicio del perdón. 

El perdón es vital para nuestra salud emocional y sobrevivencia espiritual. Sin perdón la familia se convierte en un escenario de conflictos y un bastión de agravios. Sin el perdón la familia se enferma. 

El perdón es la esterilización del alma, la limpieza de la mente y la liberación del corazón. Quien no perdona no tiene paz del alma ni comunión con Dios. El dolor es un veneno que intoxica y mata. 

Guardar una herida del corazón es un gesto autodestructivo. Es autofagia. Quien no perdona enferma físicamente, emocionalmente y espiritualmente. Es por eso que la família tiene que ser un lugar de vida y no de muerte; territorio de curación y no de enfermedad; etapa de perdón y no de culpa. 

El perdón trae alegría donde un dolor produjo tristeza; y curación, donde el dolor ha causado enfermedad. 


El Pontífice escribió recientemente la exhortación apostólica, que adquiere un sentido especial en este Año Jubilar de la Misericordia. En primer lugar, exhorta a las familias cristianas valorar los dones del matrimonio y de la familia, y sostener un amor fuerte y lleno de valores como la generosidad, el compromiso, la fidelidad y la paciencia. En segundo lugar, procura alentar a todos para que sean signos de misericordia y cercanía allí donde la vida familiar no se realiza perfectamente o no se desarrolla con paz y gozo. Si bien el Papa no recomienda una lectura general apresurada, propone zambullirnos un poco en la temática con algunas luminarias de su magisterio. Quizás seamos apresurados, quizás cobremos interés por la lectura, quizás ayudemos a iluminar situaciones que necesitan salir de la oscuridad.

Este hermoso escrito de Francisco pone de relieve lo que dice la Sagrada Biblia. Allí, por cierto, se encuentran muchos ejemplos para hablar de la familia. Así lo explicita el Papa en la exhortación: “La Biblia está poblada de familias, de generaciones, de historias de amor y de crisis familiares, desde la primera página” .

La pareja humana, el varón y la mujer son imagen de Dios. Esta es una comparación muy trascendental y tiene una gravitación enorme. Por ello, “la pareja que ama y genera la vida es la verdadera «escultura» viviente —no aquella de piedra u oro que el Decálogo prohíbe—, capaz de manifestar al Dios creador y salvador” . Claro está, Dios no nos creó para estar solos, juntarnos, amarnos y crear familia es, de por sí, un mandato: “De este encuentro, que sana la soledad, surgen la generación y la familia” .

En su exhortación, en el contexto de la familia, no se cansa de animarnos en el plano de la ternura, como ya lo hemos escuchado o leído en otras oportunidades. Una sociedad, tan sensual y materialista, a veces lo olvida: “En el horizonte del amor, central en la experiencia cristiana del matrimonio y de la familia, se destaca también otra virtud, algo ignorada en estos tiempos de relaciones frenéticas y superficiales: la ternura” .