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sábado, 27 de febrero de 2010

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA

El domingo anterior se presentaba la necesaria opción por un camino de vida (de bien) o de muerte (de mal). Ya se insinuaba (1. lectura y evangelio) que a menudo no queda claro dónde se hallan el uno y el otro. Hoy hay que insistir en la opción de fe que significa creer en el camino de fidelidad al único Señor, Dios, revelado en Jesucristo; la fidelidad a su camino de verdad, amor, justicia, bondad... es el único camino de Vida, el único camino de Victoria. La Pascua será la radical afirmación de este hecho, pero para acercarnos a la celebración pascual debemos, ya desde ahora, abrirnos a esta afirmación clave del camino cristiano: la lucha es necesaria para llegar a la Victoria (a la fiesta).


Esta actualización del Evangelio puede concretarse en dos aspectos complementarios (o, si lo preferís en dos momentos dialécticos). El primero es el de la búsqueda, el de "ver" profundamente, más allá de la dura realidad de cada día, el aspecto también real pero escondido de vida, de victoria, de progreso, de realidad consistente, que hay en el camino de fidelidad al único Señor, Dios. También nosotros debemos buscar momentos en los que la realidad se nos "transfigura" para ver en nuestra lucha de cada día la "gloria" de Dios. (La eucaristía de cada domingo debería ser uno de estos momentos).
Pero ello no nos puede hacer olvidar que la realidad habitual no es una realidad transfigurada. Que al monte se sube un día.

Pero que es en la realidad dura, oscura y roma de todos los días donde hay que hacer el camino, donde se encuentra el Jesucristo cotidiano (no transfigurado) que es el Jesucristo real, donde actúa su Espíritu. Construir chozas fuera de la realidad es una tentación de Pedro, de la Iglesia y nuestra.

La Cuaresma es también una llamada a vivir cristianamente en la realidad (ambas cosas: "cristianamente" y "en la realidad"). Una realidad que es el mundo de cada uno, ahora, aquí.

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