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domingo, 8 de noviembre de 2009

LA VIDA UN MILAGRO DIA A DIA


La vida, derecho humano fundamental
Por Pbro. Rubén Revello
Coordinador del Instituto de Bioética, Facultad de Ciencias Médicas, Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA)
En Medicina se enseña desde siempre que “cuando se atiende una embarazada, no se está ante un paciente sino antes dos: la madre y el niño”. Esta tradición halla su expresión formal más antigua en el Juramento Hipocrático, donde el profesional de la salud se compromete a “no administrar medicina alguna que lleve a una mujer a provocar un aborto”; pero también responde a los sucesivos descubrimientos de la Embriología, que afirman que con la fecundación comienza un proceso original, autónomo (se regula por sí mismo), continuo (no se detiene en un punto y no necesita ser reactivado) y gradual (va de la unidad celular primera, constituirá tejidos, órganos, sistemas, y todo en el proyecto integral de una persona), por el cual todos pasamos en algún momento de nuestras vidas. Es más, la unidad vital, que es la célula, mantendrá la información original contenida en ese preciso instante a lo largo de toda su existencia, y podrá seguir dando información de esa persona, aun después de la muerte, con las pruebas de ADN.

Esta realidad científica incuestionable, ha llevado a un prestigioso genetista, catedrático y académico internacional como Jérôme Lejeune de Francia, a afirmar que “con la inclusión del material genético paterno en el óvulo, se dispara una serie de mecanismos que lo activan y dan comienzo a una nueva vida humana”.

Seguramente, cuando el Sr. Presidente del Uruguay, Dr. (en Oncología y agnóstico) Tabaré Vázquez, vetó la despenalización del aborto en su país, toda esta tradición médica y toda la contundencia de la evidencia científica, influyó en una decisión que lo enfrentaba a su partido. Y es que uno puede negociar muchos aspectos de la labor política, pero el respeto a la vida de cada ser humano, nacido o en gestación, sigue siendo una cuestión inclaudicable, al menos para un verdadero estadista.

Otra cosa distinta son los oportunistas, que presentándose con piel de progresistas, aprovechan de su efímero protagonismo para ponerse al servicio de aquellos centros de poder que en lugar de eliminar la pobreza, siguen repitiendo la macabra fórmula de eliminar a los pobres. Así, “progresismo” político y conservadurismo económico se asocian por detrás de camarines, presentándose al público como una falsa opción para la gente.

En la argumentación de Tabaré Vázquez, los motivos del veto fueron “objeciones biológicas y éticas”, de manera que no podrá ser acusado de oscurantismo religioso. Espero que nuestros políticos aprendan -como dice el Martín Fierro- “de este gesto de grandeza”.

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