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lunes, 21 de septiembre de 2015

CAMINAR, PEREGRINAR JUNTO A MARIA.

Una de las palabras mas importante dentro el Vocabulario del Cristiano es Caminar y  Peregrinar. El cristiano es presencia del amor  verdadero y la misericordia su acompañante en medio del mundo necesitado del ser amado.
« La Iglesia, "va peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios",(52) anunciando la cruz y la muerte del Señor, hasta que El venga (cf. 1 Co 11, 26) ».(53) « Así como el pueblo de Israel según la carne, el peregrino del desierto, es llamado alguna vez Iglesia de Dios (cf. 2 Esd 13, 1; Núm 20, 4; Dt 23, 1 ss.), así el nuevo Israel... se llama Iglesia de Cristo (cf. Mt 16, 18), porque El la adquirió con su sangre (cf. Hch 20, 28), la llenó de su Espíritu y la proveyó de medios aptos para una unión visible y social. 

Estamos en un tiempo de peregrinación; es un tiempo marcado por la provisionalidad, por el sentido heroico de la existencia, y en el que debemos tener puesta la mirada en el horizonte. Peregrinar es caminar con un rumbo fijo, es avanzar hacia una meta, a un lugar que representa un encuentro espiritual. En la vida de la Iglesia las peregrinaciones han sido una práctica constante e inmensamente fructífera que la simboliza a Ella misma, pues es Pueblo peregrino que camina sostenida por la Eucaristía hacia la Patria celestial.
Toda la vida del cristiano es peregrinación.

El camino de la fe de María es el prototipo del camino de todo creyente. Es el itinerario que dibuja una circunferencia: tiene su punto de partida en la luz misma de Dios, anunciada de parte de El, y vuelve, después de su trayecto a través de la noche de la vida, a la felicidad de la plenitud de gloria divina. El camino de la fe es el camino de la felicidad, "aunque de noche"; es la expresión de la paradoja de la vida humana, llamada por Dios a la existencia feliz en comunión con El y conducida por El a través de la historia oscura. ALEGRIA/FE: Este itinerario no es otro que Cristo Jesús, que se autodefine como "el Camino" (cfr. Jn 14,6).

La anunciación es el acontecimiento central en la vida de María, en su camino de fe. A él se refiere todo ulterior paso; todo avance tiene en él su raíz; todo movimiento de su alma enamorada surge de allí, hasta su glorificación final en la asunción. Dios quiere "necesitar" de la fe de María para obrar su designio de salvación universal en su Hijo Jesús. 

"Yo soy el Camino..." (Jn 14,16). Esta afirmación de Jesús sobre sí mismo es el resumen más perfecto que encuentro para expresar "el camino de la fe de María". Es el misterio de Cristo, camino que Ella recorrió con singular fidelidad, con total identificación. Nos muestra el camino, nos muestra a Jesús.
Así nos precede ella en la gloria de la asunción, está presente en el corazón de nosotros, los creyentes, como lucero del alba de nuestra noche de fe, que avanza en la vida hasta que la total tiniebla de la muerte nos desvele la gloria cuya semilla llevamos dentro de nosotros, por el viático del Cuerpo y Sangre de Cristo Jesús, que es cuerpo y sangre de María.

Nuestro camino de fe es el caminar sostenido y alimentado por el Misterio de Fe, la Eucaristía, donde se funde nuestro peregrinar con el de María y donde el Espíritu de Jesús nos incorpora ya ahora, en fe, a la vida feliz de la Trinidad, donde tiene su solaz todo cansancio, y todo peregrinar su hogar encendido en vela.

 

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