25 frases del mensaje del Papa
Francisco para la Cuaresma 2014
25 frases del mensaje del Papa
Francisco para la Cuaresma 2014:
“Se
hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” (cfr. 2 Cor 8, 9)
1.- ¿Qué
nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en
sentido evangélico?
2.- Ante todo, nos dicen cuál es el
estilo de Dios. Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo,
sino mediante la debilidad y la pobreza: «Siendo rico, se hizo pobre por
vosotros…». Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y
gloria, se hizo pobre; descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de
nosotros; se desnudó, se “vació”, para ser en todo semejante a nosotros (cfr. Flp
2, 7; Heb 4, 15).
3.- La razón de
todo esto es el amor divino, un amor que es gracia, generosidad, deseo de
proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las criaturas a las que
ama. La caridad, el amor es compartir en todo la suerte del amado.
4.- El amor nos
hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias. Y Dios hizo
esto con nosotros. Jesús, en efecto, «trabajó con manos de hombre, pensó con
inteligencia de hombre, obró con
voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se
hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros excepto en el
pecado» (Gaudium et spes, 22).
5.- La
finalidad de Jesús al hacerse pobre no es la pobreza en sí misma, sino —dice San
Pablo— «…para enriqueceros con su pobreza». No se trata de un juego de
palabras ni de una expresión para causar sensación. Al contrario, es una
síntesis de la lógica de Dios, la lógica del amor, la lógica de la Encarnación
y la Cruz. Dios no hizo caer sobre nosotros la salvación desde lo alto, como la
limosna de quien da parte de lo que para él es supérfluo con aparente piedad
filantrópica.
6.- ¡El
amor de Cristo no es esto! Cuando Jesús entra en las aguas del Jordán y se hace
bautizar por Juan el Bautista, no lo hace porque necesita penitencia,
conversión; lo hace para estar en medio de la gente, necesitada de perdón,
entre nosotros, pecadores, y cargar con el peso de nuestros pecados.
7.- Este
es el camino que ha elegido para consolarnos, salvarnos, liberarnos de nuestra
miseria. Nos sorprende que el Apóstol diga que fuimos liberados no por medio de
la riqueza de Cristo, sino por medio de su pobreza. Y, sin embargo, san
Pablo conoce bien la «riqueza insondable de Cristo» (Ef 3, 8), «heredero
de todo» (Heb 1, 2).
8.- ¿Qué
es, pues, esta pobreza con la que Jesús nos libera y nos enriquece? Es
precisamente su modo de amarnos, de estar cerca de nosotros, como el buen
samaritano que se acerca a ese hombre que todos habían abandonado medio muerto
al borde del camino (cfr. Lc 10, 25ss). Lo que nos da verdadera
libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es su amor lleno de
compasión, de ternura, que quiere compartir con nosotros.
9.- La
pobreza de Cristo que nos enriquece consiste en el hecho que se hizo carne,
cargó con nuestras debilidades y nuestros pecados, comunicándonos la
misericordia infinita de Dios.
10.- La
pobreza de Cristo es la mayor riqueza: la riqueza de Jesús es su confianza
ilimitada en Dios Padre, es encomendarse a Él en todo momento, buscando siempre
y solamente su voluntad y su gloria.
11.-Se ha
dicho que la única verdadera tristeza es no ser santos (L. Bloy); podríamos
decir también que hay una única verdadera miseria: no vivir como hijos de Dios
y hermanos de Cristo.
12.- En
toda época y en todo lugar, Dios sigue salvando a los hombres y salvando el
mundo mediante la pobreza de Cristo, el cual se hace pobre en los
Sacramentos, en la Palabra y en su Iglesia, que es un pueblo de pobres.
13.- La
riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y
solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el
Espíritu de Cristo.
14.- A
imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las
miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar
obras concretas a fin de aliviarlas.
15.- La miseria
no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza,
sin solidaridad, sin esperanza.
16.-
Podemos distinguir tres tipos de miseria: la miseria material, la miseria moral
y la miseria espiritual.
17.- La miseria
material es la que habitualmente llamamos pobreza y toca a cuantos viven en
una condición que no es digna de la persona humana: privados de sus derechos
fundamentales y de los bienes de primera necesidad como la comida, el agua, las
condiciones higiénicas, el trabajo, la posibilidad de desarrollo y de
crecimiento cultural. Frente a esta miseria la Iglesia ofrece su servicio, su diakonia,
para responder a las necesidades y curar estas heridas que desfiguran el rostro
de la humanidad. En los pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo;
amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo.
18.-
Cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a la
exigencia de una distribución justa de las riquezas. Por tanto, es necesario
que las conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad
y al compartir.
19.- No
es menos preocupante la miseria moral, que consiste en convertirse en
esclavos del vicio y del pecado. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque
alguno de sus miembros —a menudo joven— tiene dependencia del alcohol, las
drogas, el juego o la pornografía!
20.- ¡Cuántas
personas han perdido el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para
el futuro y han perdido la esperanza! Y cuántas personas se ven obligadas a
vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo,
lo cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de
igualdad respecto de los derechos a la educación y la salud. En estos casos la
miseria moral bien podría llamarse casi suicidio incipiente.
21.- Esta
forma de miseria, que también es causa de ruina económica, siempre va unida a
la miseria espiritual, que nos golpea cuando nos alejamos de Dios y
rechazamos su amor. Si consideramos que no necesitamos a Dios, que en Cristo
nos tiende la mano, porque pensamos que nos bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos
por un camino de fracaso. Dios es el único que verdaderamente salva y libera.
22.- El
Evangelio es el verdadero antídoto contra la miseria espiritual: en cada
ambiente el cristiano está llamado a llevar el anuncio liberador de que existe
el perdón del mal cometido, que Dios es más grande que nuestro pecado y nos ama
gratuitamente, siempre, y que estamos hechos para la comunión y para la vida
eterna. ¡El Señor nos invita a anunciar con gozo este mensaje de misericordia y
de esperanza!
23.- Que
este tiempo de Cuaresma encuentre a toda la Iglesia dispuesta y solícita a la
hora de testimoniar a cuantos viven en la miseria material, moral y espiritual
el mensaje evangélico, que se resume en el anuncio del amor del Padre
misericordioso, listo para abrazar en Cristo a cada persona. Podremos hacerlo
en la medida en que nos conformemos a Cristo, que se hizo pobre y nos
enriqueció con su pobreza.
24.- La
Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de
qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza.
No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin
esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele.
25.- Que
el Espíritu Santo, gracias al cual «[somos] como pobres, pero que enriquecen a
muchos; como necesitados, pero poseyéndolo todo» (2 Cor 6, 10), sostenga
nuestros propósitos y fortalezca en nosotros la atención y la responsabilidad
ante la miseria humana, para que seamos misericordiosos y agentes de
misericordia.
Ya estamos a punto de empezar el camino hacia la Pascua, de todo lo que has escrito me quedo, sin descartar todo lo demás, con "La abstinencia que Dios quiere"........deseo que durante estos 40 días de "caminar por el desierto" me ayuden a encontarme con el Señor en su Pascua.Saludos
ResponderEliminarProfundos todos sus pensamientos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!
Interesante artículo sobre todo porque nos comparten estas preciosas y significativas reflexiones que estoy segura a más de uno encantan.
ResponderEliminar