Hace algunos años atrás
había oído a algunos
amigos hablar sobre lo que es la dependencia,
en realidad no quise
comprender sobre el significado, o será que me desentendí
sobre la materia, no lo sé, solo se
que yo
me sentía tan libre como el ave fénix, o normalmente
tenía como referencia a las
gaviotas, no sé si será porque es
el ave que me gusta muchísimo o es por la película de Juan Salvador Gaviota; pero
siempre tengo en mi mente
esa imagen de libertad.
Y en estos días leía
un artículo sobre la
dependencia, y me causo un
poco zozobra al leer esta frase: ..”Llegó la hora del análisis, de la prueba.
No dependes de nadie, de nada. Eres un ser libre, autónomo y un sentimiento
pleno de pertenencia a ti misma, llena tu alma de felicidad extrema. Miras al
cielo que, al ser consciente de tu libertad, es más inmenso. El azul más
intenso, las nubes algodonosas más blancas, te arrastran hacia ellas y elevas
los brazos en un deseo de comunión con el cosmos. No dependes de nada… ni de
nadie. Eres únicamente tú. Se acabaron
los razonamientos ajenos, los pareceres incómodos, la tolerancia no deseada, el
silencio para no herir susceptibilidades. Ahora soy yo. Sola, sí, pero sin
dependencia.
Y ahora me pongo a
pensar y me digo a mi mismo cual es
el límite de mi dependencia para
con los demás? Qué hacer si nos sentimos
muchas veces como un niño en brazos de su madre? O como chicos
grandes que necesitan la
comprensión y la valoración de
los demás?
Firaros bien a veces
los hombres (varones y mujeres) a veces
necesitamos de estímulos para
funcionar… necesitamos la admiración de los demás…
o no es verdad, nos gusta que
los demás nos digan que está
bien lo que hacemos, es entonces
que nos
alegramos por nuestra labor.
Pero porque no ser
nosotros mismos, libres, con la convicción
de poder accionar en medio del mundo con
nuestra sola razón de ser? Entonces somos personas
dependientes? O será que
somos independientes prisioneros en nosotros? Con cuál de las
dos interrogantes te quedas…
Hoy en dia el hombre no puede vivir sin:
1. MOVILES. Os imagináis una día sin el
aparatito este?
2. INTERNET. Ya me
imagino por donde
nos comunicamos?
3. LAVARROPA. Uh no
lavar a mano noooo.
4. Sin
refrigerador.
5. Sin
luz
6. Sin
televisión
7. Sin
ordenador
8. Sin
ascensores
9. Sin
agua caliente.
10. Etc
etc
Una
llamada al amor
Anthony de Mello
Dependencia, soledad y amor
«Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar» (Mt
14,23)
¿No se te ha
ocurrido nunca pensar que sólo eres capaz de amar cuando estás solo? Pero ¿Qué significa amar? Significa ver a una persona, una cosa, una situación,
tal como realmente es, no tal como tú la imaginas, y reaccionar ante ella como
merece. No puedes amar lo que ni siquiera ves.
¿Y qué es lo que te impide amar? Tus conceptos, tus categorías, tus
prejuicios y proyecciones, tus necesidades y apegos, los «clichés» que tú mismo
has elaborado a partir de tus propios condicionamientos y experiencias pasadas.
Ver es la más ardua tarea que un ser humano puede emprender, porque requiere
una mente alerta y disciplinada, mientras que la mayoría de la gente prefiere
ceder a la pereza mental antes que tomarse la molestia de ver a cada persona y
cada cosa de un modo siempre nuevo, con la novedad de cada momento.
Liberarte
de tus condicionamientos para poder ver es bastante difícil. Pero el ver te
exige algo aún más doloroso: liberarte del control que la sociedad ejerce sobre
ti; un control cuyos tentáculos han penetrado hasta las raíces mismas de tu
ser, hasta el punto de que liberarte de él es tanto como despedazarte.
Si
quieres comprenderlo, piensa en un niño al que se le inocula el gusto por la
droga. A medida que la droga penetra en su cuerpo, el niño se va haciendo
adicto, y todo su ser demanda a gritos dicha droga. Llega un momento en que la
falta de la droga le resulta tan insoportable que prefiere morir.
Pues
bien, esto es exactamente lo que la sociedad hizo contigo cuando eras un niño.
No te estaba permitido disfrutar del sólido y nutritivo alimento de la vida: el
trabajo, la actividad y la compañía de las personas y los placeres de los
sentidos y de la mente. Se te hizo tomar afición a unas drogas
llamadas «aprobación», «aprecio», «éxito», «prestigio», «poder» Una vez que les
tomaste el gusto, te hiciste adicto a ellas y empezaste a temer la posibilidad
de perderlas. Sentías terror con sólo pensar en los fallos, en los
errores o en las críticas. De modo que te hiciste cobardemente dependiente de
los demás y perdiste tu libertad. Ahora tienen otros el poder de hacerte feliz
o desdichado. Y, por más que detestes el dolor que ello supone, te encuentras
completamente desvalido. No hay un solo minuto en el que, consciente o
inconscientemente, no trates de sintonizar con las reacciones de los demás,
marchando al ritmo de sus exigencias. Cuando te ves ignorado o desaprobado,
experimentas una soledad tan insoportable que acudes de nuevo a los demás
mendigando el consuelo de su apoyo, su aliento y sus palabras de ánimo. Vivir
con los demás en este estado conlleva una tensión interminable; pero vivir sin
ellos acarrea el agudo dolor de la soledad. Has perdido tu capacidad de verlos
con toda claridad tal como son y de reaccionar adecuadamente ante ellos,
porque, en general, tu percepción de ellos está oscurecida por tu necesidad de
conseguir la «droga».
La aterradora e ineludible consecuencia de todo ello es que te has vuelto
incapaz de amar nada ni a nadie. Si deseas amar, has de aprender a ver de
nuevo. Y si deseas ver, has de renunciar a tu «droga».
Tienes que arrancar de tu ser esas raíces de la sociedad que se te han metido
hasta los tuétanos. Tienes que liberarte de ellas. Externamente, todo seguirá
como antes, y tú seguirás estando en el mundo, pero sin ser del mundo. E
internamente serás al fin libre y estarás absolutamente solo. Es únicamente en
esa soledad, en ese absoluto aislamiento, como desaparecerán la dependencia y
el deseo y brotará la capacidad de amar, porque ya no verás a los demás como
medios de satisfacer tu adicción.
Sólo
quien lo ha intentado conoce el terror de semejante proceso. Es como si te
invitaran a morir. Es como pedirle al pobre drogadicto que renuncie a la única
felicidad que ha conocido y la sustituya por el sabor del pan, la fruta, el
aire limpio de la mañana y el frescor del agua del torrente, mientras se
esfuerza por hacer frente al síndrome de abstinencia y al vacío que experimenta
en su interior una vez desaparecida la droga. Para su enfebrecida mente, nada
que no sea la droga puede llenar ese vacío. ¿Puedes imaginar una vida en la que te
niegues a disfrutar de una sola palabra de aprobación y de aprecio o a contar
con el apoyo de un brazo amigo; una vida en la que no dependas emocionalmente
de nadie, de manera que nadie tenga ya el poder de hacerte feliz o desdichado;
una vida en la que no necesites a ninguna persona en particular, ni ser
especial para nadie, ni considerar a nadie como propio?
Hasta las aves del cielo tienen nidos, y los zorros guaridas, pero tú no
tendrás dónde reposar tu cabeza a lo largo de tu travesía de la vida.
Si
alguna vez llegas a ese estado, al fin sabrás lo que significa ver con una visión
despejada y no enturbiada por el miedo o el deseo. Y sabrás también lo que
significa amar. Pero para llegar a esa región del amor deberás soportar el
trance de la muerte, porque amar a las personas supone haber muerto a
la necesidad de las mismas y estar absolutamente solo.
¿Cómo se llega ahí? A base de un incesante
proceso de concienciación... y con la infinita paciencia y compasión que
deberías tener para con un drogadicto. También te ayudará el emprender
actividades que puedas realizar con todo tu ser; actividades que de tal
manera te guste realizar que, mientras te ocupas en ellas, no signifique nada
para ti ni el éxito ni el reconocimiento ni la aprobación de los demás. E
igualmente útil te será volver a la naturaleza: despide a las multitudes, sube
al monte y comulga silenciosamente con los árboles y las flores, con los
pájaros y los animales, con el cielo, las nubes y las estrellas.
Entonces sabrás que tu corazón te ha llevado al vasto desierto de la soledad,
donde no hay a tu lado absolutamente nadie. Al principio te parecerá
insoportable, porque no estás acostumbrado a la soledad. Pero, si consigues
superar los primeros momentos, no tardarás en comprobar cómo el desierto
florece en amor. Tu corazón romperá a cantar, y será primavera para siempre.
Creo que todos vivimos un poco de dependencia si no la sabemos controlar, por eso hay que hacer un poco de todo en nuestro día y no quedarse con tan solo en una cosa.
ResponderEliminarPD el color azul no ayuda la lectura de tus escritos.
Un saludo
ResponderEliminarMe voy a tomar un breve descanso…
Nos vemos a la vuelta.
¡¡Gracias por la comprensión!!
Me llevo tu nombre gravado en la valija donde reposa mí cariño. Y cuando regrese continuaré haciendo uso de la modestia de las palabras, para que sigan iluminando el cauce de la amistad que tiñe de colores la ilusión.
Con párrafos abiertos para valorar las impresiones, que brotan del entusiasmo producido por la comunicación entre amigos.
Un sentido abrazo
Dejando al viento
Los pensamientos
María del Carmen
Aunque seamos libres nosotros mismos nos esclavizamos y nos creamos demasiadas dependencias...has nombrado unas cuantas de esas dependencias a las que hay que añadir muchas más.Ocurre que también nos apegamos demasiado a ciertas personas y también nos crea dependencia.y tienes razón cuando dices que aq veces necesitamos el estímulo de los demás para seguir haciendo cualquier trabajo......conclusión: no tenemos libertad total aunque nos creamos muy libres e independientes.Tony de Mello me encanta, tengo unos cuantos libros suyos.Saludos
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminaral hablar de total libertad lo que siento es vértigo!!!
ResponderEliminarExcelente reflexión.Somos dependientes de las nuevas tecnologias.Porque algunas son necesarias.
ResponderEliminarHe vivido las distintas etapas del progreso.
y antes todo era tan distinto y tan duro para el trabajador. ¡Prefiero esto! controlando.
Un Cordial Saludo.
Estupendo el post que nos has dejado muy reflexivo
ResponderEliminarque tengas una feliz semana.
Saludos desde…
Abstracción textos y Reflexión
Gracias por tu visita a mi blog.
ResponderEliminarEntro a conocer el tuyo y me encuentro con un tema bastante profundo. Todo el mundo quiere la libertad pero en el fondo cada uno de nosotros somos esclavos de algo.
La libertad necesariamente tiene que tener un límite y ese límite está marcado y ese límite lo debe marcar el respeto a los demás.
Saludos
Buena reflexión, necesitamos de la tecnología, pero como todo en la vida, debe ser con prudencia y medida.
ResponderEliminarHola Padre,
ResponderEliminarsomos absolutamente dependientes de... la electricidad! jaja, tambien encuentro dificultoso vivir sin un poco de aprobacion, es como si sintiera un dolorcito en el pecho, tal vez yo deba superar eso.
Un abrazo afectuoso.
Interesante espacio con muy buenas reflexiones,
ResponderEliminarun placer pasar por tu casa.
que tengas una buena semana.
un abrazo.
Tienes más razón que un Santo, nos creemos libres pero no los somos, porque no sabemos que hay cosas cotidianas que utilizamos todos los días y que dependemos de ellas. Gran entrada. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
ResponderEliminarhttp://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/
UN BUEN SÁBADO Y MEJOR DOMINGO.
ResponderEliminarHaora me doy cuenta, no estaba de seguidora y por eso no sabía cuando publicabas, solo pasaba a leerte cuando encontraba tu comentario en mi blog.
En este momento te sigo, leo lo que me he perdido, y agradezco tus interesantes letras llenas de una información que nos hace reflexionar sobre la vida misma. Gracias.
Un abrazo.
Ambar.
He llegado a este lugar de paz y me ha encantado tu reflexión.
ResponderEliminarEstoy muy de acuerdo en que la soledad es una buena compañía, es la que hace florecer ese desierto y vivir esa anhelada primavera que viene de la mano de los "desapegos".
Mis cariños y que tengas una linda semana.