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jueves, 24 de septiembre de 2009

Amar a la Iglesia sin abandonarla ni traicionarla jamás, alienta el Papa Benedicto XVI

En la Audiencia General de hoy, el Papa Benedicto XVI habló de San Anselmo, a quien puso como ejemplo del amor que todo fiel debe tener a la Iglesia y que debe expresarse de tal modo que nunca la abandone ni la traicione.

En su habitual catequesis, el Santo Padre relató que este Santo, llamado también Anselmo de Aosta, Anselmo de Bec y Anselmo de Canterbury, nació en Aosta (Italia) en 1033. Primogénito de una familia noble, recibió de su madre una profunda educación humana y cristiana. Durante su juventud, tras un período de abandono de los estudios y de disipación moral, viajó a Francia en busca de nuevas experiencias y llegó a la abadía de Bec, atraído por la fama de Lanfranco de Pavía, prior del monasterio.

Este Santo pasó luego a ser el discípulo privilegiado de Lanfranco y abrazó la vida monástica a los 27 años.

A los 30 años de edad y tras el nombramiento de Lanfranco como abad de Caen, Anselmo se convirtió en prior de Bec, revelando "dotes de educador refinado". "No le gustaban los métodos autoritarios: comparaba a los jóvenes con pequeñas plantas que crecen mejor si no se las cierra en invernaderos y les concedía una sana libertad. Era muy exigente consigo mismo y con los demás en la observancia monástica, pero en lugar de imponer la disciplina hacía que se siguiera mediante la persuasión", aseguró el Papa.

Cuando Lanfranco de Pavía es nombrado Arzobispo de Canterbury (Inglaterra) pide a Anselmo que le ayude en la instrucción de los monjes y con la comunidad eclesial, que se encontraba en una situación muy difícil debido a las invasiones normandas.

A la muerte de Lanfranco, Anselmo le sucede en esa sede arzobispal en 1093. El Santo "se empeñó inmediatamente en una lucha enérgica por la libertad de la Iglesia, sosteniendo con valor la independencia del poder espiritual del temporal" y "defendió a la Iglesia de las ingerencias indebidas de las autoridades políticas, sobre todo del rey Guillermo el Rojo y de Enrique I". Su fidelidad al Papa le costó el exilio en 1103.

Anselmo, que falleció el 21 de abril de 1109, dedicó sus últimos años a la "formación moral del clero y a la investigación intelectual sobre cuestiones teológicas", ganándose el título de Doctor Magnífico.

"La claridad y el rigor lógico de su pensamiento tuvieron siempre como fin llevar la mente a la contemplación de Dios, recalcando que los teólogos no pueden contar solo con su inteligencia, sino cultivar al mismo tiempo una experiencia de fe profunda", dijo Benedicto XVI.

Seguidamente resaltó que "la actividad del teólogo, según San Anselmo, se desarrolla en tres estadios: la fe, don gratuito de Dios que debe ser acogido con humildad; la experiencia, que consiste en encarnar la Palabra de Dios en la existencia diaria y el verdadero conocimiento, que no es nunca fruto de razonamientos asépticos, sino de una intuición contemplativa".

Finalmente el Papa resaltó que "el amor por la verdad y la sed constante de Dios que marcaron la existencia de San Anselmo sean para cada cristiano un estímulo para buscar la unión íntima con Cristo sin cansarse nunca" y "la dedicación llena de coraje que distinguió su acción pastoral y le acarreó a veces incomprensiones, amargura e incluso el exilio, animen a los pastores, a los consagrados y a todos los fieles a amar a la Iglesia de Cristo sin abandonarla ni traicionarla jamás".

En su saludo a los fieles de lengua española, el Papa se dirigió de manera particular al "grupo de sacerdotes de Valencia que celebran el cuarenta aniversario de su ordenación presbiteral, acompañados por el Señor Cardenal Antonio Cañizares Llovera y Monseñor Jesús Murgui Soriano, Obispo de Mallorca; a los miembros de la Asociación de Archiveros de la Iglesia en España, a los alumnos del Colegio Sacerdotal Argentino y del Pontificio Colegio Mexicano de Roma".

"Que el amor a la verdad y la constante sed de Dios, que distinguieron la vida de san Anselmo de Aosta, nos impulsen a buscar infatigablemente una unión cada vez más profunda con Cristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida. Muchas gracias", concluyó.

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