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domingo, 26 de julio de 2009

Domingo Decimoctavo del Tiempo Ordinario



Iª Lectura: Éxodo (16,2-15): El don del maná o la providencia divina
IIª Lectura: Efesios (4,17-24): El hombre viejo versus el hombre nuevo
Evangelio: Juan (6,24-35): El pan de vida frente a la ley


El lenguaje de los gestos es significativo en la vida de Jesús. Utiliza también el lenguaje más profundo de las palabras, pero, para darles credibilidad y presentar toda la riqueza que encierran, las hace preceder de “signos”, “gestos”, que hacen visible la semántica usada. Es más fácil entender la palabra “compasión” cuando hemos visibilizado gestos samaritanos, que si nos quedamos con la sola definición de la misma.
Al texto de este domingo, le precede el relato de la multiplicación de los panes (Jn 6,1-15). En el evangelio se explica el “signo” del domingo anterior, el cual apunta a realidades globales. La gente busca a Jesús porque ha saciado su hambre, pero Él les hace ver la necesidad de que le reconozcan como “enviado” del Padre. Se da la apertura a su mensaje: “Señor, danos siempre de ese pan” (Jn 6, 34). Y esta acogida facilita que Jesús se presente como “el pan de vida”. De la vida plena y total.
La experiencia del Dios de la vida exige un camino de libertad. Con frecuencia sentimos el mismo miedo que el pueblo judío en su marcha hacia la tierra prometida (Ex 16,2) Por eso, el Señor nos sigue diciendo: “No tengáis miedo” (Jn 6,20). Y nos invita a dejarnos renovar por el Espíritu (Ef 4, 24), cultivando la esperanza.
Si Jesús por sus obras nos revela al Dios de la vida, nosotros seguidores de Jesús, debemos mostrar a otros y a otras lo mismo, a través de nuestras obras, en el cotidiano vivir.

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